Diario de León

Rajoy abre las puertas a cambios de calado en el funcionamiento interno de su partido

El presidente del Gobierno se aferra al relato económico y alerta ante la posibilidad de perder lo «conquistado».

Mariano Rajoy durante el discurso de clausura de la Conferencia Política de su partido.

Mariano Rajoy durante el discurso de clausura de la Conferencia Política de su partido.

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nuria vega | madrid
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Todavía resonaban ayer en el Centro de Convenciones y Congresos de Madrid los ecos del debate de la tarde anterior. Durante cinco horas los dirigentes del PP buscaron darle la vuelta al calcetín de sus propuestas para abrir el partido a los nuevos tiempos en su conferencia política. Por primera vez la formación liderada por Mariano Rajoy apostó por que en el futuro los afiliados pudieran elegir con su voto directo al presidente nacional, sugirió que se limitaran los mandatos, planteó que se reformara la ley para que nada impida que llegue a La Moncloa el partido más votado y miró de frente la opción de reformar la Constitución. De ahí que todos esperaran expectantes el discurso de clausura del jefe del Ejecutivo, que volvió, en cambio, a los argumentos de siempre.

Nueva etapa, nuevo formato, nuevas ideas, pero el mismo relato. «Tengo la sensación de que le seguimos hablando a la gente sólo de economía», comentaba en los corrillos un cargo del partido. Lo innovador de la puesta en escena y de la oferta reformista promovida en realidad por el presidente confrontaba ayer con su propia intervención. Centrado en reivindicar su gestión al frente del Gobierno, Rajoy sacó pecho del camino recorrido para evitar el rescate y garantizó que la senda de la «innegable recuperación», que conlleva una bajada de impuestos, seguirá siendo la que transite el país de la mano de los populares en caso de vencer en los comicios que fijó para antes de que concluya el año. «Estos son nuestros avales», exhibió con orgullo.

Y ese fue el grueso de su discurso junto a los constantes mensajes de alerta ante la posibilidad de perder lo «conquistado» con la llegada al Gobierno de la coalición PSOE-Podemos. Dos formaciones que, a su juicio pretenden «anularlo todo» con la «piqueta» en la mano. En el ‘universo Rajoy’ los socialistas, los únicos mencionados por su nombre, son aquellos que «arrastraron al país al mayor desastre económico de la historia reciente», y a los integrantes de Podemos los define como «nuevos turistas del ideal que venden unos extraños paraísos en los que los jubilados no pueden cobrar su pensión». En cuanto a los dirigentes de Ciudadanos, el jefe del Ejecutivo entiende que ofrecen aquellos «mundos» del poeta Antonio Machado, «sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón».

Este es el panorama para los próximos cinco meses. Y aunque el presidente niega que esté tirando del ‘discurso del miedo’, volvió a recordar que, si en 2011 se trataba de dejar atrás «la pesadilla», en estas elecciones habrá que elegir entre «la certidumbre o la aventura». «Lo que sí da miedo es lo que está ocurriendo en algún país de la UE», concluyó en referencia a Grecia.

Ya nada es tan fácil para el PP como hace cuatro años cuando sólo cabía esperar la derrota de los socialistas en las urnas. Con la irrupción de las nuevas formaciones, Rajoy sabe que ahora necesita una mayoría muy sólida para repetir en Moncloa y buenas dosis de la «habilidad» y «persuasión» que ayer demandó a los suyos. De ahí que haya aceptado lo más difícil para él. El cambio.

No dejará su lugar al frente del partido, pero su equipo de campaña se vuelca por renovar en la medida de lo posible y en tiempo exprés la formación. «Nosotros siempre hemos evolucionado al ritmo que marcaba la sociedad española y como hace las cosas el PP: con orden y eficacia», defendió el presidente.

La propuesta de que a partir de ahora se ponga fin al ‘dedazo’ y los afiliados elijan con su voto a sus dirigentes sorprendió tanto como agradó a los más veteranos del PP, que no confiaban demasiado en la utilidad de la conferencia política. Y muchos agradecieron poder expresar públicamente sus inquietudes.

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