Diario de León

El Papa se pone de parte del Estado y defiende la legalidad frente a la rebelión de Cataluña

Francisco transmite al embajador de España ante la Santa Sede que el proceso de secesión no está justificado

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Pedro Ontoso
León

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El Papa ha reiterado al Gobierno de España que es contrario a una autodeterminación que no esté justificada por un proceso de descolonización, en referencia al proceso independentista de Cataluña, y ha rechazado las actitudes que no respetan la legalidad constituida. Ese es el mensaje que Francisco trasladó el pasado lunes al embajador de España ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales en una conversación de 20 minutos. En un encuentro posterior con el secretario de Estado, Pietro Parolín, el 'número dos' del Vaticano apostó por el diálogo y la negociación -en ningún momento se habló de mediación- para encontrar una solución al grave conflicto institucional que se ha generado.

El Vaticano tiene por norma no informar del contenido de sus recepciones diplomáticas. La filtración del encuentro viene recogida en una información de la revista católica 'Vida Nueva' que no lleva ningún entrecomillado. En cualquier caso, la posición de la Santa Sede, en línea con los países de Europa, ofrece oxígeno a Mariano Rajoy en un momento clave de ruptura de puentes y fortalece su posición de firmeza. Resitúa también el papel de la Iglesia, que en los últimos días ha estado en el ojo del huracán por sus pronunciamientos contradictorios.

La doctrina del Vaticano frente a la autodeterminación, nacida en el contexto de las colonias en otros continentes, no es nueva, pero cobra valor en estos momentos porque se aplica a la crisis de Cataluña. En agosto de 2014, el Papa Francisco ya diferenció entre las independencias por emancipación, como las americanas, frente a las independencias de los pueblos por secesión. En una entrevista concedida a 'La Vanguardia', el Pontífice señaló que "la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas", después de haber dejado claro que "toda división" le preocupa.

Ahora insiste en que no se dan las condiciones para que Cataluña apele a este derecho. Además, esgrime una cuestión obvia, en línea con el Derecho y el ordenamiento jurídico internacional: hay que respetar la legalidad como base de las relaciones políticas. "Uno no se puede saltar las leyes, las reglas de juego. No te puedes saltar los stop y el resto de señales. Si no estás de acuerdo, haz una propuesta para construir una rotonda, y la estudiamos entre todos", señala una fuente eclesiástica, partidaria de buscar una "salida pacífica" pese a reconocer que se ha producido "un golpe de corbata y traje cruzado".

La doctrina vaticana sobre este particular ya ha sido expuesta en los últimos meses, aunque por voces interpuestas. Tras su nombramiento en julio pasado, Bugallo mantuvo su primer encuentro diplomático con el secretario de Relaciones con los Estados, Richard Gallagher, en el que se trató el asunto catalán.

El 'ministro' de Asuntos Exteriores del Vaticano se habría expresado "de manera muy clara en contra de los movimientos nacionalistas extremos de carácter separatista". El pasado 28 de junio, con ocasión del nombramiento como cardenal de Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, la vicepresidenta del Gobierno mantuvo una reunión con Pietro Parolín, como interlocutora en las relaciones Iglesia-Estado. Soraya Sáenz de Santamaría comentó luego que "el Vaticano cree que el futuro de Cataluña corresponde a todos los españoles dentro del marco constitucional".

Diálogo, no mediación

Hay un tercer capítulo en la posición del Vaticano ante Cataluña. Pietro Parolín ha señalado que la diplomacia vaticana patrocina actitudes de diálogo y de negociación para atajar las tensiones creadas y buscar una salida pacífica. También se lo recomendó a Sáenz de Santamaría en su viaje exprés de junio. En aquella ocasión, la mano derecha de Rajoy esquinó la oferta del cardenal Omella para que la Iglesia catalana fuera facilitadora, "en la medida en que podamos o nos lo pidan". La Iglesia, con el aval del Vaticano, lleva insistiendo semanas en esa necesidad de hablar. Hay que insistir en que el Vaticano no habla de mediación. Aceptó ese papel en el caso de Chile y Argentina después de que ambas partes se comprometieran a acatar la resolución final, y la experiencia de Venezuela ha resultado fallida.

Otra cosa son los buenos oficios que puedan hacer los obispos, pese a la certeza común de que hay poco margen para la negociación cuando las posturas parecen irreconciliables. Omella, el hombre del Papa en España junto al cardenal Osoro, está explorando la vía del diálogo para detener el tren antes de que caiga por el precipicio. Ambos estuvieron el martes en La Moncloa. Y el arzobispo de Barcelona se ha visto con Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat, quien a su vez ha contactado con el abad de Montserrat, Josep María Soler. El líder de ERC, católico practicante, tiene buenas conexiones en instancias eclesiásticas. Omella y Soler son polos distintos, pero pueden ser complementarios en este momento en el que saltan chispas por ambas esquinas. 'L'Osservatore Romano', el periódico de la Santa Sede, lleva titulando varios días con la palabra diálogo en sus portadas.

Omella se mantiene en contacto directo con el Vaticano, que está muy encima de la crisis. Es el que tiene el mando y la capacidad de interlocución, apoyado por Roma. Es un hombre de talante moderado y pacificador, que ha pedido sentido común a los políticos. Turoloense, habla catalán y no es nacionalista. El pasado 20 de agosto, en la misa en recuerdo de las víctimas del atentado de Las Ramblas, el arzobispo predicó en su homilía que "la unión nos hace fuertes, mientras la división nos corroe y destruye". A Carles Puigdemont no le hizo mucha gracia ese mensaje, pero el Rey se lo agradeció con un efusivo abrazo.

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