Diario de León

OPINIÓN José Cavero

Líderes crispados

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Empeñado en hacernos ver que está en posesión de una verdad no discutible, la maldad insuperable de Sadam Hussein y su régimen y la exigencia imprescindible de derrocarlo a cualquier precio, Aznar llega a ver también como enemigos a quienes no demuestren que comparten esa misma verdad. Son enemigos los políticos opositores, los ciudadanos pacifistas, los jueces que opinen algo distinto, y a todos, al mundo en general, ofrece un rostro hosco y una actitud crispada e intolerante. Es probable que acreciente aún más esa actitud la mansedumbre que le ofrece, siquiera a primera vista, el líder socialista, su oponente Rodríguez Zapatero, que proclama, por ejemplo, que no quiere votos que sean fruto de la guerra de Irak, ni quiere ver a Aznar en el banquillo del Tribunal Penal Internacional, una hipótesis de trabajo que llevan acariciando algunos juristas y relevantes jueces, y contra la que también clama el ministro de Justicia cuando afirma que «es disparatado pensar que Aznar acabe en el Tribunal Penal Internacional. Todas las denuncias que he leído son un perfecto disparate en términos jurídicos». Pero aunque resulte disparatada, la mera posibilidad de que pudiera prosperar la idea pone los pelos de punta en el gobierno... Rodríguez Zapatero no está menos convencido que Aznar de su propia verdad. Zapatero entiende que Aznar debe asumir que está equivocado, y que la posición de Aznar tiene mucho de autoritarismo y de soberbia. «Aznar ha dicho que estos días viviremos horas decisivas en la operación militar, y eso quiere decir que está en el puesto de mando», observa Zapatero, que sin duda viene comprobando cómo el humor de su oponente varía en función del desarrollo de la guerra: baja la oral del inquilino de la Moncloa si hay dificultades en el avance y se enardece y se vuelve a crecer cuando hay avances y conquistas de los aliados. Y, por supuesto, dispone de información de primera mano que le proporciona la Casa Blanca o directamente su amigo Bush. No es menos cierto que, después de los encuentros de Tejas y de las Azores, Aznar ha preferido mantenerse ausente de las otras reuniones de Bush y Blair, ni tampoco hay fuerzas españolas de combate en Irak. Eso diferencia esencialmente a nuestro país con Gran Bretaña, muchísimo más implicada en la guerra. Ahora mismo, Aznar y Zapatero tienen y expresan un mismo deseo. Como explica Zapatero, «nadie quiere que pierdan los gobiernos democráticos. Ni yo tampoco». Pero Aznar lo celebrará mucho más, con toda probabilidad...

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