Una veintena de edificios tan «intocables» como arruinados

Los niveles de protección de inmuebles históricos o de carácter singular varían, de acuerdo con la actual normativa, de uno a tres, en función se que sea obligatorio preservar todos los elementos del edificio, sólo su fachada y estructucturas principales, como escaleras y unos pocos espacios interiores o, simplemente, la fachada y la techumbre. En el primer nivel hay catalogados dentro de la ciudad de León no menos de una veintena de edificios, la mayoría de los cuales se encuentran en estado ruinoso ante la desidia de sus propietarios que, o bien no pueden mantenerlos, o bien esperan especular para revender los solares. En ambos casos basta con dejar que pase el tiempo y que las paredes se caigan solas o queden a punto para la piqueta. En edificios de cierto renombren no es tan fácil, como los palacios del Conde Luna o el de Don Gutierre, donde suenan, aunque tarde, las alarmas, a pesar de lo cual se derrumban igualmente por sí sólos. Mucho más fácil, en cambio, es que una antigua casa de tapial y renta antigua acabe caída en medio de pleitos que casi siempre ganan los herederos del propietario, con menos prisas que el inquilino, y que se materializa en nuevos pisos de lujo y una pequeña indeminización para el segundo, con la cual no podría poner ni un kiosko en la calle de toda la vida. Según el concejal de Urbanismo, Francisco Gutierrez, el Ayuntamiento se propone ahora darle la vuelta a la situación e invertir en la conservación de los edificios, para lo cual hay disponible un millón de euros: el problema es que con ese presupuesto no llega ni para apuntalar.