Diario de León

La votación secreta molestó a algunos líderes regionales que tendrán que pasar por lo mismo en sus territorios

Los socialistas reeligen a Zapatero con el mayor apoyo de la historia del PSOE

Las presiones de los barones complicaron la elección de la Ejecutiva por la inclusión de Montilla

Manuel Chaves escucha a José Luis Rodríguez Zapatero en un momento del congreso

Manuel Chaves escucha a José Luis Rodríguez Zapatero en un momento del congreso

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Marta Suárez - madrid
León

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José Luis Rodríguez Zapatero fue reelegido este sábado secretario general del PSOE por el 95,81 por ciento de los delegados del 36 Congreso del partido. Las pocas papeletas en blanco que aparecieron en el recuento -39 de 932- no fueron interpretadas como una crítica al líder del PSOE, sino como el rechazo de algunos delegados a hacer una votación 'a la búlgara'. A pesar de la insólita tranquilidad con la que se está desarrollando el 36 Congreso y del apoyo casi unánime e histórico al hoy presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero no se libró de las presiones de algunos barones -sobre todo del PSC- ante la elaboración de la lista de la Comisión Ejecutiva. De los 932 delegados que votaron, 891 refrendaron a Rodríguez Zapatero, muy sonriente al ser proclamado secretario general del PSOE a las 18.40 de la tarde. Un apoyo que representa más del doble al que cosechó hace cuatro años frente a José Bono (41,69 por ciento frente al 40,79 por ciento del hoy ministro de Defensa) y muy por encima del que ocho años atrás obtuvo Joaquín Almunia (73,6 por ciento). Ni siquiera Felipe González reunió tal consenso en sus mejores momentos. Sólo en el 32 Congreso, en 1990, el respaldo a la dirección fue unánime, pero entonces los delegados, a diferencia de ahora, elegían en una sola votación, al conjunto de la Ejecutiva. En los congresos del PSOE la unanimidad no se ha dado nunca y, además, desde hace unos años no está bien vista porque recuerda a los métodos del PP. De hecho, anoche fue la primera vez en la que una votación del informe de gestión era refrendado por todos los compromisarios sin excepción alguna. Tan grande fue el apoyo que unos pocos militantes se sintieron «abochornados» y prefirieron que en la votación de su secretario general, cuya reelección estaba «cantada», no se repitiera. Así se interpretaron los 39 votos en blanco que aparecieron en el escrutinio, aunque había quien lo achacaba al descontento de Izquierda Socialista por no ver aceptadas algunas de sus enmiendas en el capítulo de regulación interna. Otros 40 delegados no votaron y dos introdujeron votos nulos. Dado que dos de las cuatro ponencias que fueron debatidas en el XXXVI Congreso también fueron aprobadas por todos los delegados, el ponente de la comisión 'Comunicación y Relaciones con la Sociedad', Alfonso Perales, les pidió «que nadie se acompleje por aprobar las cosas por unanimidad». No fue el caso del dictamen de Organización (quince votos en contra y seis abstenciones), al que se opuso Izquierda Socialista por diferencias en cuestiones orgánicas. Reglamento Hasta ahora en los cónclaves socialistas sólo se votaba al secretario general por asentimiento cuando no había más de una candidatura. Pero pocas horas antes del comienzo del congreso, Rodríguez Zapatero trastocó el planteamiento inicial y manifestó su deseo de ser votado por los delegados, como ocurrió hace cuatro años, aquella vez frente a Bono, Matilde Fernández y Rosa Díez. Los delegados tuvieron que modificar el punto 1 del artículo 33 del Reglamento Federal de Congresos del PSOE y así cumplir su voluntad de que cuando sólo haya un candidato también se le vote. Cuestión de orden que generó malestar en algunas federaciones que consideraron que la modificación perjudicaba a territorios como Madrid, Navarra, Baleares o Navarra que en el mes de julio celebrarán sus congresos regionales El pulso de la Ejecutiva Durante toda la segunda jornada del 36 Congreso, las federaciones regionales estuvieron pendientes de la decisión final de Rodríguez Zapatero sobre si incluirá o no a los líderes autonómicos en la dirección del PSOE. El pulso que la primera jornada del cónclave echó el PSC para incorporar a su primer secretario, José Montilla, en una Ejecutiva que el «aparato quiere conformar sin barones abrió la caja de Pandora para el resto de agrupaciones. Vascos y valencianos pasaron la jornada pendientes de «Montilla no, Montilla sí», y dispuestos a hacer valer su peso para que en la Ejecutiva también estuvieran Patxi López, en el caso del PSE, y el ministro Jordi Sevilla, en el del PSPV. Los delegados se dividieron entre quienes no aceptaban que se hiciera una excepción con el PSC, por considerarlo un «agravio» ante sus respectivas federaciones y entre quienes aceptaban la 'asimetría' de los catalanes por considerar que es mejor «estar a las buenas» con ellos y reconocer de forma simbólica su hecho diferencial. Además, recuerdan que Montilla es el dirigente del PSC que mejor se entiende con el PSOE y que ya ha resuelto algunas confrontaciones. Al cierre de esta edición, en la lista provisional de la Ejecutiva habían vuelto a reaparecer Montilla y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, según la versión que ofrecía la delegación extremeña que no coincidía exactamente con la que ofrecían los socialistas catalanes.

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