Diario de León

El virus que viene del Este

Vuelven a sonar las alarmas, esta vez con motivo de la peste aviar, también llamada gripe aviar, gripe del pollo o influenza aviar. Distintos nombres para una misma y vieja enfermedad H

Publicado por
Elías F. Rodríguez Ferri
León

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Nuevamente tenemos de actualidad un problema de sanidad animal que escapa, o amenaza con hacerlo, de su ámbito ordinario irrumpiendo de forma explosiva en el campo de la salud pública. Suma así, al interés económico y de salud animal, el sanitario puro (el que se refiere a la salud pública). El problema que nos ocupa, ni es nuevo ni exclusivo de la época que nos ha tocado vivir. Desde el punto de vista científico, podría entenderse como una manifestación simple de la evolución que fuerza cambios en todos los seres vivos, desde los más simples y pequeños a los más complejos; lo que ocurre es que en los más pequeños (bacterias y virus) dada su capacidad de crecimiento, se produce rápidamente, mientras que en los seres superiores tales cambios son mucho más lentos. En definitiva pues, como un microorganismo, un virus en este caso, ha de sobrevivir y multiplicarse en un ambiente que le condiciona y le es hostil, tiene que desarrollar estrategias ventajosas de adaptación que le permita mantenerse frente a todos esos elementos contrarios. En la adaptación, que permite la evolución, los cambios genéticos heredables, las mutaciones, representan la herramienta principal para lograr el éxito. Origen La gripe aviar de alta patogenicidad fue descrita a finales del siglo XIX en Italia y su etiología vírica fue establecida también allí a comienzos del XX, aunque hasta mediados de los años 50 no se identificó exactamente con el problema, tal como lo conocemos en la actualidad (implicación de virus influenza A). En cualquier caso, el interés principal, relacionado con su difusión entre las aves silvestres, acuáticas, migratorias, que actúan como fuente de infección y reservorios, es mucho más reciente. Virus similares han sido identificados como causa de problemas idénticos también en otras especies animales, especialmente en el cerdo y, naturalmente, en el hombre. La gran actualidad de la epidemia de gripe aviar que ahora se difunde de Este a Oeste, desde Asia a Europa, se debe a diversas circunstancias. Por un lado, los antecedentes de gripe humana, erróneamente entendida como un proceso benigno, que los mortales sufrimos en los meses invernales, pero que en el siglo pasado (desde que se tiene noticia descrita) fue causa de repetidas epidemias mundiales (pandemias) que causaron millones de fallecimientos y que tuvieron su origen en modificaciones de los virus causantes, procedentes de los animales (remotamente en las aves, con la participación frecuente del cerdo como vehículo intermediario modificador). Tales pandemias siguieron una cierta cadencia repetitiva que ha sido estudiada por los epidemiólogos alertando desde hace ya unos años de que existen grandes probabilidades de una nueva pandemia, en un futuro de fecha indeterminada, surgiendo como consecuencia de la aparición de un nuevo subtipo de virus gripal resultado de modificaciones en los virus actualmente en circulación. Su valoración es, en cualquier caso, compleja de realizar y siempre susceptible de errores de cálculo, por arriba o por abajo, aunque si se cumplen las previsiones menos malas, digna de la mayor atención por parte de las autoridades médicas y responsables de la salud pública a nivel nacional e internacional. La rápida difusión de este virus (denominado H5N1) entre las aves, particularmente las domésticas, desde las silvestres (con atención particular a las migratorias), origina auténticos desastres económicos no sólo por su mortalidad, sino por las repercusiones de todo tipo, especialmente en el comercio internacional. Además de ello, las particulares condiciones de la explotación aviar que se dan en Asia, donde reside el núcleo primordial de la enfermedad (explotaciones abiertas, una temperatura suave y humedad ambiental, la ausencia prácticamente total de medidas de bioseguridad y, por si fuera poco, escasos recursos económicos de los países afectados) no sólo ha facilitado su difusión, sino que ha permitido, por razones estrictamente sociales (una convivencia estrecha de animales y sus propietarios) que en algunos casos (algo más de un centenar) el virus aviar haya atravesado la barrera de la especie y fuera capaz de producir la enfermedad en el hombre, con desenlace mortal en algunos casos (66 fallecimientos en el momento de escribir este artículo), aunque también se haya descrito en otros animales como el cerdo y algunos felinos.

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