Diario de León

| Análisis | Rechazo maltés al «Francisco y Catalina» |

La histórica ciudad hospitalaria no puede más

La pequeña isla de Malta vive condicionada por las frecuentes oleadas de inmigrantes indocumentados, lo que, unido a intereses políticos, propició su reacción con el pesquero español

Un grupo de inmigrantes, en el autobús, tras haber desembarcado

Un grupo de inmigrantes, en el autobús, tras haber desembarcado

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Miguel Murado - malta
León

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La Sacra Infermeria es una de las joyas barrocas de Malta. Construida en el s. XVII por los caballeros de la Orden de San Juan, los caba-lleros hospitalarios, durante siglos sirvió para acoger a heridos y náufragos. Estos días, sin embargo, tan solo algunos turistas recorren sus inmensas salas vacías y Malta, la antigua ciudad de los hospitalarios, no esta haciendo titulares precisamente por su hospitalidad. De hecho, el tono de la prensa local al anunciar ayer la salida de los inmigrantes del Francisco y Catalina hacia otros países era casi de orgullo por lo que aquí se interpreta como el equivalente político de una revancha de aquel famoso España-Malta, en la que el marcador se hubiera invertido. ¿No era hace poco que una conocida marca de cerveza había encontrado en Malta al amigo perfecto de los españoles?. Pero las apariencias engañan. Malta no es ni mucho menos insolidaria, y esta pequeña isla ha concedido asilo a mas de la mitad de sus inmigrantes ilegales. El problema es que el país es, efectivamente, muy pequeño, el mas pequeño de la UE, y también el mas densamente poblado. «En los últimos veinte días, mientras discutíamos sobre el pesquero es-pañol, hemos recibido otros 237 inmigrantes ilegales», nos cuenta un periodista local, «es como si a España llegasen de golpe 20.000... Malta no puede mas». Es cierto. A lo lejos, desde la muralla de La Valetta, se alza entre la calima veraniega la superpoblada conurbación de Sliema-Saint Julian's que extiende su cemento ya por gran parte de la isla. Pero el problema no es sólo de espacio, también de votos. El Partido Nacionalista en el poder hizo ingresar a Malta en la UE hace dos años tras un referéndum que arrojo el porcentaje de votos negativos mas alto de toda la Unión. Ahora quiere demostrarles a los malteses que ello no va a menoscabar su soberanía y el Francisco y Catalina ha sido el chivo expiatorio en esta exhibición de músculo diplomático. Necesidad de ayuda Hace tiempo que Malta viene reclamando de la Unión ayuda y planes para enfrentar su problema de inmigración, pero hasta ahora la UE tan solo se ha ocupado de España, lo que ha causado resentimiento aquí. Así que los marineros gallegos del pesquero se han encontrado frente a los muros de La Valetta con el pasaje y la bandera equivocados en este conflicto de la nueva Malta, que da la bienvenida al viajero en el aeropuerto con un cartel en el que anuncia que espera unirse cuanto antes al restrictivo acuerdo de Schengen. Por supuesto, esto no quiere decir que la gente de la calle sea insensible al drama humano de los inmigrantes y los refugiados. En una sociedad profundamente católica (el divorcio y el aborto son ilegales), ha causado gran efecto el pronunciamiento de los jesuitas de que «lo humanitario se anteponga a los político». Precisamente a la puerta de una de las mas de treinta iglesias que compiten por el espacio en La Valetta, un hombre nos comenta con simpatía la odisea del Francisco y Catalina . «Deberíamos tener piedad. En Malta somos cristianos gracias a un inmigrante», dice, con ironía, señalando la fachada del templo: Es la iglesia de San Pablo de los Naufragios, erigida para conmemorar la leyenda de que el santo naufragó en esta costa hace unos 2.000 años. «Imagínese que le hubiésemos dejado ahogarse», señala.

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