Diario de León

Un grupo de expertos dibujará el perfil de estos menores con comportamientos agresivos, intencionados y perjudiciales

La Junta identifica a 3.000 reincidentes en episodios graves de violencia escolar

Los colegios empiezan a firmar pactos con los padres para compartir responsabilidades

La niña asegura que recibe frecuentemente mensajes amenazantes

La niña asegura que recibe frecuentemente mensajes amenazantes

León

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La Junta de Castilla y León ha identificado durante los dos últimos años alrededor de 3.000 escolares de la comunidad autónoma que reindicieron en el acoso y la intimidación a sus compañeros o profesores dentro de las aulas, lo que popularmente se conoce como bullying . Aunque este tipo de conflictos apenas representa el 0,47% de todos los que se generan en un curso escolar, la preocupación crece en la comunidad escolar porque son cientos de alumnos los que siguen cometiendo conductas violentas como insultos, robos, agresiones e insolencia ante los profesores, pese a que ello les ha supuesto, al menos en una ocasión, una medida correctora por parte de la dirección. «Hay que pensar que un solo niño puede desestabilizar todo un centro», afirmó el director general de Coordinación, Inspección y Programas Educativos de la Consejería de Educación, Fernando Sánchez-Pascuala. Este departamento ha encargado un informe que analice el perfil de los 3.000 menores que ejercen comportamientos agresivos, intencionados y perjudiciales contra sus compañeros o desautorizan a sus profesores. Interesa un amplio perfil El estudio será definido por el departamento de Sociología de la Universidad Pontificia de Salamanca y desarrollado por una conocida empresa de sondeos. El trabajo final, «muy complejo por la homogeneidad de los perfiles», admite Sánchez-Pascuala, servirá de herramienta para afrontar el problema con programas orientados a este reducto escolar, cuyos protagonistas son, en un 60% de los casos, chavales de doce y trece años que continúan provocando escenarios de conflicto en sus colegios o institutos. «El sistema educativo se ha visto superado, por eso es necesario analizar a fondo el asunto; siempre hay algo más en estos estudiantes que el hecho de que no les guste la clase. Suelen existir otras causas de su comportamiento, sociales e incluso psiquiátricas», revela Sánchez-Pascuala en su balance del primer año de funcionamiento del Observatorio para la Convivencia Escolar de Castilla y León, órgano que representa a todos los sectores y administraciones implicados en la comunidad educativa y del que es vicepresidente. Chavales contarán su realidad El observatorio ya ha sido informado sobre este nuevo proyecto y sobre una macroencuesta que se realizará entre los escolares de la comunidad en torno a su percepción de la realidad en las aulas. Este sondeo fue solicitado por los representantes del alumnado, puesto que los únicos informes y datos que puede ofrecer el observatorio ofrecen una visión parcial del conflicto al partir exclusivamente del profesorado. Otra de las partes de las que se requiere una mayor implicación son los padres. «Sabemos que necesitamos más colaboración», indicó Sánchez-Pascuala. Por esta razón, probablemente a partir del próximo curso escolar se extenderá la práctica de firmar compromisos concretos entre los padres y los responsables del centro para compartir el seguimiento de los alumnos implicados en episodios graves de violencia y victimización y racionalizar de este modo las responsabilidades sobre el menor. Quién quiere un ránking La estadística de la Junta sobre convivencia escolar -la consejería se niega en redondo a facilitar los datos provinciales con el aparente objetivo de «evitar rankings»- indica que, frente a la escasez de casos excesivamente graves, hay un abundante número de incidencias de baja intensidad como la indisciplina o la mala educación. Está comprobado que estas conductas alcanzan incluso a alumnos que sin ser problemáticos están desmotivados o entran en el subgrupo conocido como objetores escolares . Los expertos introducen ahora nuevas preocupaciones, como la violencia que se desarrolla por diversión y que es grabada para difundirla después vía móvil o Internet, daños conocidos como el happy slapping (abofeteamiento feliz) o el acoso on line .

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