Diario de León

| Reportaje | Cómo nace una D.O. |

El sueño de la prieto picudo

La concesión de la Denominación de Origen a los vinos Tierras de León supone el reconocimiento de la calidad de los caldos y la uva de prieto picudo

Las cepas, doradas por el sol que ha granado sus prietos racimos

Las cepas, doradas por el sol que ha granado sus prietos racimos

Publicado por
Pacho Rodríguez - redacción
León

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Diario de León se adentra junto al experto José Manuel Fernández Pastor en el proceso que ha convertido a Vinos Tierra de León en una denominación de origen que representa el salto de calidad de la zona con una gran expectación nacional surgida por la calidad de sus caldos y la uva prieto picudo «Para la zona es entrar a formar parte del club de los grandes. Creo que no hay una noticia posible más importante para una comarca vitivinícola » (José Manuel Fernández Pastor, gerente de Gordonzello y tesorero provisional de la nueva D.O.) La concesión del reconocimiento de la Denominación de Origen (D.O.) a los vinos Tierra de León les pilló trabajando. De hecho, algunas de las bodegas que componen este paisaje de viñedos al sureste de la provincia, ya trabajan desde hace unos dos años con métodos y criterios de calidad con los que hubieran liderado cualquiera de las zonas de España que gozan con esta distinción. Cinco años antes José Manuel Fernández Pastor, gerente de la pujante bodega de Gordonzello, en Gordoncillo, tal vez el municipio que más empeño ha puesto en que haya D.O., es de los que cree que la concesión del ansiado reconocimiento «podría haberse producido hace cinco años si no llega a ser por retrasos burocráticos y políticos», afirma. Puede que este retraso y la consiguiente expectación les haya dado la posibilidad de mejorar y poner aún más a punto una maquinaria que encierra esfuerzo, conocimiento técnico, estudio e intuición para que lo que luego está embotellado sobre una mesa tenga la calidad que se le espera, no decepcione o, lo que es peor, no pase desapercibido. Pero, aunque el vino sea magia, la nueva situación requiere un esfuerzo técnico y administrativo que se concreta en la forma de gestión en consonancia con las exigencias a nivel nacional y autonómico. Ahí se da ese primer paso que obliga a que los que quieran subirse a este «tren de alta velocidad», como afirma Fernández Pastor, tengan que ajustarse a las nuevas necesidades. A cambio, principalmente, más capacidad de distribución y alcance de negocio, en definitiva, más atención al más alto nivel. Lo que ocurre ahora, como también apunta certeramente José Manuel Fernández, que ahora ejerce de tesorero provisional de la D.O. Tierra de León, es que «ese control y forma de trabajo que ya se aplicaba en la anterior situación se apreciaba en la bodega y en todo el proceso de producción, pero no se identificaba tanto a nivel de consumidor». Es decir, otro punto a potenciar en un negocio que no acaba hasta que el consumidor abre y prueba el vino y que supone un nuevo status en la relación entre producto y cliente. Las entidades Hay otro paso que sólo se aprecia en el papel oficial y que pertenece al farragoso mundo de la constitución de entidades. Si la Asociación Vinos de Calidad Tierra de León era un organismo privado, la denominación de origen adquiere la figura de ente de dominio público, representado a través del Consejo Regulador. La complejidad del Consejo Regulador tiene un punto y aparte que es el que se produce estos días. Tierra de León vive un momento excepcional que es la primera recogida de uva ya como denominación de origen. A la máxima ilusión hay que sumar que el control de la vendimia será estricto y que sus normas no pueden entrar en contradicción con las de la denominación. Por ejemplo, en tintos no se podrá exceder de 8.000 kilos por hectárea y de 10.000, en blancos. También hay otros parámetros como son los de graduación, acidez y otras normas. Esto conduce a la pregunta de si no uniformizará mucho el producto. Fernández Pastor lo tiene claro: «Como son normas que limitan, pero son lógicas, no contra natura sino en búsqueda de la calidad, lo que se fomenta es alcanzar la máxima calidad», garantiza. Porque lo que también se extrae de todo esto es que las limitaciones se refieren a rendimientos máximos, por lo que se puede aspirar a máximas calidades aplicando una autolimitación y el máximo nivel técnico para producir. Para ver, vigilar y supervisar todo el proceso, también están los veedores que corroborarán que toda la uva que entra en la bodega cumple las condiciones previstas. Y dentro de la bodega, ya en proceso de producción, lo que es necesario es cumplir con lo que se denomina la trazabilidad y en donde queda registrado el camino seguido hasta llegar a la botella.

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