Diario de León

Los municipios del Parque Regional de Picos de Europa se quedan sin subvención porque la Junta no solicita su declaración como reserva «Me levanto a las diez, parto un poco de leña y salgo a pasear porque ya no tenemos ganado para trabajar. Así pasamos l

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Los ayuntamientos de Posada de Valdeón y Oseja de Sajambre, subsidiados ya por estar integrados en el Parque Nacional de Picos de Europa, no recibirán subvención, como tampoco la obtendrán los dos ayuntamientos del Alto Sil y los diez del Parque Regional de Picos de Europa, aunque por causas bien distintas. Los 1.211 kilómetros cuadrados de extraordinaria riqueza ambiental por los que se extiende el citado parque regional son gestionados por la Junta, por lo que es de su competencia solilcitar ante la Unesco que este espacio caracterizado por su alto valor faunístico sea declarado Reserva de la Biosfera. Méritos no le faltan, sobre todo si se compara con otros territorios leoneses que ya tienen tal catalogación, caso de Laciana, donde abundan los cielos abiertos de la minería del carbón. Sin embargo, desde la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León no se ha dado explicación alguna sobre el bloqueo que sufre la tramitación de Picos como unidad de la Gran Cantábrica, pese a los reiterados intentos de este periódico. Fuentes ajenas a la administración y vinculadas a los grupos conservacionistas sospechan que esta circunstancia está relacionada con la pretendida construcción de una estación de esquí en San Glorio, de forma que la Junta evitaría añadir una nueva figura de protección a esta zona para no enconar aún más el debate sobre la polémica infraestructura. La autoexclusión de la red de reservas de la Gran Cantábrica por parte de la Junta supone en la práctica que los 58 núcleos de población del Parque Regional de Picos de Europa no recibirán ni un solo euro del Estado para el desarrollo de la zona. Tampoco llegarán fondos a Palacio del Sil y a Páramo del Sil, el segundo espacio de León que no está declarado como reserva. La razón parte de la decisión de los vecinos, que reunidos en concejo decidieron no formar parte de la red. «Cuando se conoció la propuesta, las juntas vecinales, que son las propietarias del monte, llevaron el asunto a concejo y la mayoría decidió que no», recuerda el alcalde de Palacios, Orlando López. Pierden el tren Los municipios que se quedan fuera de estas ayudas perderán el tren, puesto que desde la Administración se reitera que serán coyunturales y sólo para activar la red en el territorio de la provincia leonesa. «Son los pueblos los que han impulsado la iniciativa y los que quieren avanzar hacia una entidad 'suprareserva', por lo que nosotros lo único que podemos hacer es asesorales y apoyarles económicamente», recalcó el director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, Jesús Casas. La Consejería de Medio Ambiente, además de retrasar la declaración del Parque Regional de Picos de Europa, se ha descolgado totalmente de este proyecto, a pesar de que sus técnicos han participado en las reuniones con los alcaldes. En Andalucía, donde se ha creado la primera red global de pequeñas reservas de la biosfera, ha sido el Gobierno autonómico quien ha tomado la inicativa de crear un comité regional para facilitar la participación y enriquecer las acciones de la política ambiental frente a los nuevos retos que se plantean. Este órgano en el que no ha reparado la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León coordina la gestión de las reservas de la biosfera de Andalucía, presta asesoramiento y elabora propuestas sobre acciones de investigación, conocimiento y divulgación, además de evaluar la situación de cada espacio. Ejemplo andaluz En el comité está el director general de Servicios Medioambientales -el equivalente al director general del Medio Natural de Castilla y León-, los gestores de cada reserva, dos representantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dos docentes de las universidades andaluzas y expertos en materia medioambiental. Actualmente, las siete unidades de la Gran Cantábrica que ya han sido designadas Reserva de la Biosfera por la Unesco no han conseguido arrancar. A efectos de actividad, los primeros que se han preocupado de promover la puesta en marcha son el valle de Laciana, que ya ha constituido una fundación y el Alto Bernesga y Argüellos, que ya han solicitado las primeras ayudas a la Fundación Biodiversidad para poner en marcha proyectos vinculados a las funciones que persiguen estos espacios: conservación de paisajes, ecosistemas, especies y variación genética; desarrollo económico y humano sostenible, y apoyo logístico para proporcionar ayuda a proyectos de demostración, educación y capacitación sobre el medio ambiente. Son muchas, por tanto, las cuentas pendientes que tiene la red leonesa de reservas hasta que se ponga al nivel de Andalucía. Por un lado, es necesario que se pongan en marcha las oficinas técnicas en los diferentes municipios y que alguien asuma la gestión. A la vista de la falta de iniciativa de la Junta, la Diputación podría coordinar y buscar la cooperación entre todas las reservas. Puesto que desde el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MaP) de la Unesco se ha concebido la Gran Cantábrica como una serie de unidades (Ancares, Laciana, Babia...), lo lógico sería aplicar programas horizontales sobre todos los territorios. Otro asunto incompleto es la difusión turística. Sería necesario, entre otros aspectos, buscar una imagen de marca conjunta que se vincule con un vasto espacio natural de alto nivel. Una vez consolidada la red leonesa, lo idóneo sería que comunidades como Asturias y Cantabria, con territorio en la Gran Cantábrica, se sumaran al proyecto y constituyeran una vía de cooperación supraautonómica. Pueblos ajenos En la calle, en los pueblos, la cotidianidad está alejada de las reservas de la biosfera. Apenas algunos saben lo que significan y pocos más creen que no sirven de nada. Lo cierto es que un recorrido realizado por las comarcas Babia, Omaña, Laciana y Luna permite comprobar que no existe ni una sola señal que indique la categoría del espacio natural ni establecimientos hosteleros que puedan exhibir un logotipo que acredite su inclusión en el mapa mundial de reservas de la biosfera, del que forman parte lugares tan emblemáticos como el Serengueti africano o el Cáucaso. A las diez de la mañana de un día cualquiera Maximiliano, vecino de Babia, pasea junto a dos mastines por una carretera que tiene de fondo la cima de Peña Ubiña. Presume de sus 77 años. Tres grados bajo cero y sale protegido solamente por un fino chubasquero. «¿Cómo se vive en Babia?», se le pregunta. «Vine aquí en 1968 a poner la línea eléctrica, me casé y ya no me marché más, así qué ya te respondo». «Me levanto cerca de las diez -relata-, parto un poco de leña y después salgo a pasear porque ya no tenemos ganado para trabajar. Unas veces voy hasta el puerto y otras hasta San Emiliano. Así pasamos la vida aquí». «Muy solitario». Así es como ve Estilita Álvarez el pueblo de Riolago, donde ha vivido sus 82 años. Recuerda cuando lavaba en la presa y cómo hacía para conservar «el san martino», es decir, la matanza. Lamenta que ya no hay niños -apenas quedan cinco- ni riqueza. «Porque donde no hay gente, no hay negocio», filosofa. Su hijo Antonio, pedáneo de la localidad, critica que las reservas de la biosfera «sean de momento propaganda, algo más honorífico que otra cosa». La situación en este peculiar pueblo de Babia es penosa. Sólo le da vida una casa rural y la panadería. «No hay bares ni restaurantes. Aquí la gente viene cada vez más, pero llegan, pasean y se van porque no hay nada más», asegura el pedáneo. Frente al palacio de Riolago, José y Rosalía, de 78 y 79 años, se ayudan con un escobón y una pala para recoger las hojas que se acumulan en su puerta. Es su manera de pasar la mañana de hoy. «Gente hay poca. El que quiere hablar con gente va mal», dice parco José sin abandonar su faena. En el pueblo omañés de Vivero, Felipe García, su pedáneo, trabaja con su padre y su hermano en el despiece de la matanza. Dice que allí no han llegado noticias de las reservas de la biosfera. Ni siquiera se han acordado de ellos tras las catastróficas inundaciones que padecieron el año pasado y que devastaron el pueblo. «Son los pueblos los que han impulsado la iniciativa y los que quieren avanzar hacia una 'suprareserva'» JESÚS CASAS, director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales

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