Diario de León

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Aznar, el último mohicano

Aunque esté fascinado por la personalidad de Obama, el presidente de Feas sigue a años luz de sus planteamientos y mucho más cerca de los que sostienen los republicanos

Jose María Aznar tras el discurso en el Congreso de Estados Unidos del año 2004

Jose María Aznar tras el discurso en el Congreso de Estados Unidos del año 2004

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Magis Iglesias - madrid
León

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La obamanía contagia a España. Los neocons están en claro retroceso y el nuevo presidente electo norteamericano es envidiado por todos los políticos españoles, incluido José María Aznar. El ex presidente del Gobierno está encandilado por la capacidad de liderazgo del candidato demócrata, la perfección de su campaña, la solidez del equipo, su presencia, la coherencia del discurso, y su enorme capacidad para ilusionar a la gente en la defensa de unos valores que encarnan el sueño americano. Así se lo explicó a los presidentes de Nuevas Generaciones del PP con los que se reunió la semana pasada. Los cachorros populares se quedaron estupefactos. Siempre habían pensado que Aznar era uña y carne con Bush. Aunque esté fascinado por la personalidad de Obama, el presidente de Faes sigue a años luz de los planteamientos ideológicos del norteamericano y mucho más cerca de los que sostienen sus contrincantes. Aunque haya otros dirigentes que en el mundo coincidan con sus planteamientos -como ocurrió recientemente con el presidente checo Vaclav Klaus y su teoría sobre el cambio climático- nadie como él indigna a los españoles amigos de lo políticamente correcto, a quienes tanto le gusta hostigar al ex presidente del Gobierno. Cada vez que José María Aznar se acerca a los micrófonos, normalmente para presentar un libro de su colección Gota a gota, sabe que tiene el éxito asegurado. Los medios de comunicación le prestan la mayor atención y sus palabras, a menudo provocativas, son pasto de conversaciones y debates públicos y privados. El ex presidente suele escandalizar en cada una de sus intervenciones públicas en España y casi nunca cuando lo hace en el extranjero. Cenas en Montealina La lejanía con el nuevo equipo dirigente del PP es manifiesta y ninguno de los actuales colaboradores de Rajoy conserva una estrecha relación con el presidente de Honor. Los más jóvenes apenas le han tratado y ni siquiera le conocen en la corta distancia. Sus allegados aseguran que no le molestan las críticas en el ámbito nacional, más bien al contrario, parece disfrutar con ellas. «Pasa de las broncas que se montan aquí porque está encantado con las relaciones internacionales que tiene», añade otra de las personas que frecuenta su amistad. Dicen en su entorno que no sufrió con los rumores que le atribuyeron un romance con la atractiva ministra francesa de Justicia sino que, antes al contrario, se pavoneaba orgulloso de su fama de conquistador. Es lógico que le guste refugiarse en el extranjero porque, mientras en el panorama nacional cuenta con la hostilidad mediática y siente el desdén de un partido que lo ignora, puede pasearse con el mundo comiendo y cenando ora con Sarkozy ora con Bouteflika o con Condoleza Rice. Como ex primer ministro recorre el mundo en virtud de algo que los funcionarios de Faes denominan «actividades privadas del presidente», que forman parte de una agenda reservada y que le ha llevado frecuentemente a India, Argelia, Túnez, Georgia, Nueva York Sin contar con su dedicación a Georgetown, un ámbito en el que se siente cómodo porque le confiere prestigio internacional.

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