Texas, dulce hogar a veces

Los monstruos de hoy se reciclan: hace unos días resucitaban los zombis de La noche de los muertos vivientes y a Cara de cuero le salía un sosias oportunista en Km 666. Así que era lógico que Leatherface regresara con su nombre, con su familia, con su motosierra y con su taller de despiece y costura, en un remake, más o menos fiel, de La matanza de Texas, para que las nuevas generaciones conozcan un cuento de terror que se contó por primera vez cuando aún no habían nacido. La película llega treinta años después de aquella primera versión de Tobe Hooper, hecha con cuatro dólares, pero con una antológica banda sonora de aullidos y motor de sierra. Y conserva algo de su primera frescura, contaminada, eso si, por las cinco películas de la serie, incluyendo el realismo de Ed Gein, la parodia de la segunda entrega, o la contención de la cuarta, en la que a Cara de cuero le apetecía la carne de una desconocida Reneé Zellweger. A pesar de mil pesares esta nueva versión no es desechable, sobre todo para los eruditos en la materia, que sabrán apreciar el notable casting de freakies de la pavorosa pero entrañable familia de Cara de cuero, liderada por R. Lee Ermey, el inolvidable instructor de La chaqueta metálica. El Texas profundo está pintado en ocres y sangre, con grandes angulares, con una dirección artística retorcida e impecable y con el Sweet home Alabama de los Skynyrd. Los andares perezosos de la heroína Jessica Biel son dignos de J. J. Cale y tienen culminación en la secuencia maestra del matadero, entre carne y agua. LA MATANZA DE TEXAS: EE.UU. Director: Marcus Nispel. Intérpretes: Jessica Biel. Terror. Duración: 97 minutos.