Diario de León

De viaje a

fresno de la vega

Cada último fin de semana de septiembre tiene lugar su famosa Feria del Pimiento, que además incorpora otros puestos de alimentación, ropa o artesanía. Se completa con degustaciones El pimiento marca el ritmo de una localidad que multiplica su población en verano al abrigo de rutas a pie del Esla, piscinas y una feria que cada año atrae más turistas

El tiempo en Fresno de la Vega AEMET Foto de archivo

Tierra fértil, acostumbrada al trabajo de sol a sol y a los veranos lejos del mundanal del ruido, Fresno de la Vega presume de hospitalidad, de turismo rural, de productos con nombre propio. Su población se multiplica en verano, las piscinas municipales,

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r. barrocal
León

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A poco más de 25 minutos de la capital leonesa, aparece una de las localidades con nombre propio de esta provincia, conocida sobre todo por sus pimientos y también por convertirse en lugar idóneo cuando lo que se pretende es apartarse del mundanal ruido, aunque sólo sea por un rato.

Ni muy grande, ni excesivamente pequeño, su población se multiplica durante la etapa estival, que regala grandes momentos de ocio a jóvenes y adultos, ya sea en sus piscinas municipales —reformadas recientemente—, los jardines que las rodean, el frontón —donde suelen organizarse numerosos torneos durante el año— o las rutas señalizadas que se extienden a lo largo y ancho del Esla. Senderos para darse un paseo a ninguna parte, con el sonido del río como fiel compañero y la sensación de que la paz puede hallarse más cerca de lo que uno esperaba. Ya sea a pie, o en bicicleta, se convierten en una gran alternativa para recorrerlos tantas veces como el cuerpo quiera.

Tierra de bodegas, los lugareños, sobre todo los más jóvenes, suelen reunirse con sus amigos en ellas para disfrutar de su propia fiesta. Bodegas que en su mayor parte pertenecen a los padres o abuelos de todos ellos.

La fiesta oficial del pueblo llega con el Corpus, aunque el auténtico reclamo tiene lugar cada último mes de septiembre, fecha reservada para la Feria del Pimiento. Un producto exquisito que los propios vecinos se encargan de cultivar con mimo y que sólo durante ese fin de semana pueden llegar a vender entre 300.000 y 400.000 kilos. A los puestos de pimientos se suelen unir otros tantos de embutidos, quesos, verduras, ropa e incluso artesanía. Esta última se oficializó como una muestra propia dentro de esta feria y en 2015 vivirá su segunda edición.

Verbenas, peñas y degustaciones de pimientos en la plaza mayor del pueblo completan una cita gastronómica con nombre propio que atrae a miles de turistas cada año.

Por otra parte, merece la pena visitar la iglesia parroquial de San Miguel o el monumento al hortelano que reposa en la plaza mayor. Sin duda un destino que bien vale una parada, sobre todo cuando el sol se hace dueño del cielo y del tiempo.

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