Diario de León

LUGARES FIGURADOS LUIS CARNICERO, arquitecto y poeta RIOS EN LA MEMORIA (2)

Omaña: elevación del HOMBRE

LUIS CARNICERO

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León

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Al alba, en el puerto de la Magdalena, se ilumina la ceguera de ese dios-adivino, con pechos de mujer, que acaso sea el Tambarón; una ermita llora belleza-humildad en sus ruinas; y Tú, bajando colladas del Fasgarón, llegas a las fuentes del río Omaña.

Siguiendo su curso, descendiendo laderas, atraviesas bidulares-Luz y cruzas Montrondo. En Murias de Paredes lo ves enseñorearse ante un tilo y una casona: vestigios de altas alcurnias. Transparentes-jubilosas llegan sus aguas a Senra, a la vega que exhibe surcos y arados; y a Villanueva de Omaña, entre praderías y acebos; y a Aguasmestas, donde se le une el Río Gordo que viene de Fasgar, trayendo desde Vegapugín, del Campo de Santiago, leyendas de un palacio con muebles de oro.

Continúa el Omaña fluyendo en pasado, espejo de arroyos que bajan recordando concejos —ah, Curueña y su Casona-biblioteca— diciendo nombres de pueblos que hoy se vacían.

Pero, mirando a lo alto, entre robles, chopos, ternura de corzos, vuelos de águilas… encuentras esperanza en el agua-imaginación que revitalice lugares: espera el Castillo de Benal ver su imagen, ahora borrosa, reconstruida-reflejada en el coto fluvial, icono de la subida al cueto Rosales, al que asciendes para contemplar míticas-alturas y bajuras-feraces.

Por Pandorado, el cauce es gesto de prietas orillas. Pasando Riello —en Inicio, La Velilla, y Trascastro, territorio Olleir-— entre alisos, en el Pozo del Piélago recuerda el embalse que pudo haber sido. Observado desde lo alto por el Canto Fincao, pasa casi rozando la Peña de la Fortuna, soledad-ara antiguas, ritos de piedras, atril para cantos… Cerca del Valle de Samario, Río-Grande y Río-Pequeño, siendo uno, se dirige a la Garandilla, lugar santuario con espíritu de catedral. Y, con arañazo romano, desde Paladin, pasado el puente Colgante llega a La Utrera, a la Piñona donde gozoso despide a La Omaña.

Al fin, sangrando su cauce heridas auríferas, corre el Omaña a formar con el Luna el río de ríos, el Órbigo, grabándole estigmas de haber elevado huellas humanas, suspiros y Luz.

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