Diario de León

Más monumentos al minero en león

Ciñera de Gordón, Matarrosa del Sil, Villablino o Santa Lucía de Gordón conservan sus raíces mineras como el mejor vestigio del alma leonesa

Instalaciones del que fuera Grupo de Ciñera, con el simbólico castillete del Pozo Ibarra

Instalaciones del que fuera Grupo de Ciñera, con el simbólico castillete del Pozo Ibarra

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Advierto al lector que lo leído en la entrega anterior es tema para una jornada. Y abundante. Máxime si, como es recomendable, abre la contemplación a otras posibilidades, que aquí son muchas, y la alternativa al yantar de mesa, siempre generosa por estas latitudes.

En el caso de que desee continuar ruta –o pensarla para otra ocasión-, tomamos ahora una referencia de suma utilidad: un río, el Sil. La vuelta a Toreno le pone, contracorriente a sus aguas, en buena disposición para llegar a Matarrosa, que lleva, casi inevitablemente, el sobrenombre de río tan emblemático, subiendo hacia tierras de Laciana y Babia. Es Matarrosa pueblo que va perdiendo progresiva, lógica e irremediablemente su fisonomía minera. Pero en la plaza, junto a la iglesia, tiene un buen recordatorio de su condición. En una zona acotada, circular y con jardín, además de la vagoneta con los símbolos, se asienta, sobre columna rectangular, una nueva figura del minero: mirada fija en el frente, con caso y lámpara, tiene delante, sobre el carbón, un martillo picador, y otro sujeto con su mano derecha. En la izquierda, con el brazo ligeramente flexionado y apoyado sobre la parte superior de la pierna el hacho.

En la parte frontal de la columna, la dedicatoria del pueblo a sus mineros. Inaugurado el 9 de mayo de 1987, es obra de Daniel Pérez Alonso.

Palacios del Sil recuerda de forma mucho más sencilla sus vínculos mineros. Realizado por los propios trabajadores del Ayuntamiento con materiales autóctonos y ubicado en un jardín céntrico, la forma de columna –una placa explica la razón de su existencia- está rematada con pico, pala y hacha, de hierro, donación de Hullas del Coto Cortés. El acto de inauguración (4 de diciembre de 1986), al que acudió el pueblo en pleno, fue celebrado con una comida campestre, corriendo a cargo de las vecinas de la localidad la elaboración de tortillas, empanadas…

Aunque esta zona tiene impresionantes recursos paisajísticos –puede ser un motivo de retorno-, no quiero distraer la atención del viajero. En cualquier caso, el viaje es siempre descubrimiento personal.

No es ninguna novedad afirmar que Villablino es uno de los centros neurálgicos de la minería leonesa. Si incluso su famosa Marcha minera es recordada en dos notables relieves en bronce en la fachada del Ayuntamiento, no podría ser menos una referencia simbólica al minero, materializada en lugar preferente. Y así es (está situado detrás de la iglesia, en el parque El Minero). Inaugurado el día 4 de diciembre de 1983 con el fin de recuperar la desaparecida o lánguida festividad de Santa Bárbara, es hoy, para quien esto escribe, claro, el más espectacular, de mayor fuerza y más significativo de los vistos.

Obra, según me cuentan, «de un tal Brosio, un minero jubilado de Palencia» –me veo obligado a confirmar el dato-, es mejor que el viajero sienta la presencia de tres figuras, asentadas sobre una base ya singular. Llama la atención la posición de esfuerzo de todos ellos, reforzado por el tamaño espectacular de las figuras, en tres actitudes diferentes del quehacer cotidiano de la mina.

Aunque la propuesta tiene su propia entidad y merece su propia jornada, lo cierto es que viajar desde Villablino, pasando por Babia y Luna, hasta Gordón es un espectáculo para los sentidos, especialmente si el recorrido tiene lugar a finales de primavera o principios de verano, aunque servidor tenga preferencia por la intensidad cromática otoñal.

Lo cierto es que, pasada La Pola de Gordón, en dirección a Asturias, en la zona ajardinada de Vega, poco después de pasado el túnel sobre el que se dibuja una curiosa formación geológica, entre carretera y ferrocarril, una sencilla vagoneta previene de la entrada a una zona minera que fuera de notable envergadura, con la presencia aún perceptible de escombreras que intentan confundirse en el paisaje.

Ya en Santa Lucía, el barrio de San Roque muestra, al lado de las casi ruinas del antiguo cuartel de la Guardia Civil, un rouston con vagoneta de transporte de personal. En el extremo opuesto de la localidad, por la carretera de Salinas camino de Ciñera, un sencillo mural y dos vagonetas testifican su pasado minero.

Hoy es, sin duda, el faedo el emblema de Ciñera. Camino del mismo desde el pueblo, encontrará el caminante una bocamina-recuerdo, con devoción a Santa Bárbara, centro de reunión festiva en el encuentro veraniego y diversos utensilios de la profesión. La cercanía del sentimiento. Y la cercanía al histórico castillete del Pozo Ibarra, declarado BIC y cuyas dependencias anexas han empezado a ser desmanteladas, símbolo, sin duda, del desmantelamiento de una comarca. Sea como fuere, el conjunto de este entorno merece la pena. De verdad.

Lo dejamos así.

Abierto a la contemplación personal, que es abrir un juego necesario de todo viaje, sobre todo si se comparte o se contrasta: diferencias de los monumentos, coincidencias, posturas, situación, textos, símbolos… Los viajes temáticos, además de enriquecedores –seguro que el viajero puede ampliarlos, que esta no es más que una sugerencia-, abren la puerta a múltiples posibilidades. Es una buena fórmula para verlo mejor y para calibrar su alcance. En sus manos queda.

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