Diario de León
El Sinclinal de La Cueta tiene unas magníficas vistas y es el premio final a una excursión a la Laguna Grande de Babia, deteniéndose, antes o después, en los murales que el pintor Manuel Sierra, lacianiego de nacimiento y de raíces babianas, ha sembrado como libros ilustrados de la vida de antaño en un pueblo que mira a la modernidad.

El Sinclinal de La Cueta tiene unas magníficas vistas y es el premio final a una excursión a la Laguna Grande de Babia, deteniéndose, antes o después, en los murales que el pintor Manuel Sierra, lacianiego de nacimiento y de raíces babianas, ha sembrado como libros ilustrados de la vida de antaño en un pueblo que mira a la modernidad.

León

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Lago de Babia no sería el pueblo que es sin la Laguna Grande. Ni tampoco Babia sería Babia sin sus lagos, las huellas glaciares que permanecen en el paisaje humanizado desde el Neolítico y tierra de blasones y bueyes, de mantecas y ovejas y de legendarios caballos. Quizá porque siempre tuvo escuela ahora es el pueblo de la cultura. Los murales del pintor Manuel Sierra son un libro ilustrado de la vida de antaño. Y porque es un pueblo pequeño en un valle chiquito, el más breve de Babia, roza la autosuficiencia energética y wifi libre. 

La Laguna Grande de Babia se pasea en cualquier época del año, aunque las tardes de verano son ideales para dejarse envolver en la penumbra del atardecer y las mañanas del otoño y la primavera son el balcón ideal para asomarse a una de las maravillas geológicas de la provincia: el Sinclinal de la Cueta, con su coreografía de pliegues sobre la roca granítica sobre el collado de Cacabillo y Quejo.

En este precioso punto del paisaje babiano se dividen los cursos de las aguas y el Sil y el Luna comienzan caminos opuestos. De la Laguna Grande, como de todo en Babia hay una historia y una leyenda. La leyenda es que las montañas lloraron tanto con una madre que perdió a su hijo devorado por una bestia que se formó el lago que permanece en tiempos de cambio climático. Y resulta más creíble cuando al contemplar los bloques erráticos que dan cuenta de la potencia y extensión de los hielos de la era glaciar.

A la Laguna Grande de Babia, una de las joyas de la Reserva de la Biosfera, se llega desde el pueblo de Lago de Babia, tras salirse de la carretera que va a Caboalles a la altura de Las Murias. Entre este pueblo y Lago se puede contemplar el magnífico conjunto morrénico que dejaron los grandes fenómenos geológicos de hace millones de años. El pueblo, que pertenece al municipio de Cabrillanes, se asienta a los pies de Peña Larga, en el noroeste de Luna y limitando con Asturias.

Los murales que el pintor Manuel Sierra ha realizado sobre las fachadas de varias casas del pueblo son un libro abierto e ilustrado que condensa la vida de antaño y de sus vecinos. La tradición caballar se asoma en el muro de un establo, la matanza exhibe la abundancia del cerdo, que había que administrar bien para todo el año.

L a primavera se asoma todo el año desde la casa de la única vecina que vive de continuo en el pueblo, con las gritxándanas y los pájaros de Sierra, que a punto parecen de acompañar con un canto la música de las colonias de aves menguadas por el cambio climático. Y la mina, ay la mina, amarra por los cuatro costados el transformador de la luz, con su martillo picador, su lámpara minera y republicana, la vagoneta rebosante del oro negro y la bicicleta que usaban los mineros del pueblo para ir al pozo cada mañana.

La iglesia de San Pedro no quería quedarse fuera del circuito cultural y las vidrieras que se olvidaron para otro templo lucen ahora en las ventanucas de esta ermita que el Obispado de León ha devuelto al pueblo después de un pleito que no auguraba nada bueno. El pueblo se compromete a cuidarla y hacer un uso cabal del templo y recupera lo que es suyo en lo que sin duda es un buen acuerdo. Para curiosos de la etnografía: hoy dos tipos de hórreos.

Lago de Babia también mira al futuro. Sus cuatro puntos de wifi libre y la instalación de placas solares fotovoltaicas, que rozan la autosuficiencia energética para el alumbrado público y parte del consumo doméstico se coloca en la vanguardia de la sostenibilidad. El alcalde pedáneo, Isidoro Bringas, libra esta batalla de la modernidad con proyectos que han recibido el apoyo de la Junta de Castilla y León.

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