Diario de León

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Si las miradas matasen… algunos no tendrían ojos sino gatillos. El otro día vi a alguien mirar con odio, hasta las retinas le quedaron humeantes. Su mirada iba dirigida contra quienes me acompañaban en el paseo por Pinos, en Babia. Pero empecemos por el principio. Fui a conocer el pueblo de una amiga de mis años anteriores a mi llegada a León, por entonces no sabía que ella era de aquí y que uno acabaría siendo leonés por elección propia. Antes me detuve a saludar a unos conocidos en Sena, que me advirtieron entre veras y bromas: «Lleva cuidado, allí van a terminar a tiros». Y es que hay ganaderos que consideran papel mojado las normas que regulan la presencia de vacas dentro del pueblo, y lo que más importa: el número. Es decir, el problema no lo crea una vaquina concreta, rebelde y de moñiga fácil, sino muchas. A más cencerro, más subvención. Y algo similar puede decirse de los caballos. Resulta contradictorio abogar por el regreso a los pueblos y no ofrecer las mínimas garantías a quienes lo hacen. Dado que las arcadias solo se dan en la literatura pastoril no queda otra que regirse por las normativas. Y sí, mientras me enseñaban el pueblo nos cruzamos con una mirada metralla, cargada de esto es así es porque así fue siempre. Es decir, puro inmovilismo interesado. Mirar hosco no solo al cambio, también hacia los derechos ajenos. Algunos olvidan que antes se lavaba la ropa en los ríos y se descargaba entre matorrales. El progreso no tiene marcha atrás, y menos el sanitario. Si un pueblo no huele a limpio, algo se está haciendo mal. Rural es sinónimo de pulcritud. En el Hostal Valle de San Emiliano degusté el pollo más sabroso que recuerdo, les otorgué una estrella Michelin. Ya en Riolago, mis amigos me obsequiaron con unas deliciosas pastas con boletus: . Gran cocina de cuchara, gran repostería. Se debe innovar así, sin alterar la esencia.  

En la Casa del Parque de Babia y Luna leí en un panel: «Aunque a simple vista nos parezca que las montañas de Babia y Luna están inmóviles, el relieve actual sigue evolucionando». No como algunos, me dije, acordándome del mirar atrabucado. En cambio, nuestras montañas son noble geografía emocional, ellas no te miran de soslayo.

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