Diario de León

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Mundo, Demonio y Carne son la trinidad establecida por las Escrituras y la Patrística para cifrar los tres enemigos del alma. A los dos primeros ya les tenemos venializados por familiares y hasta beatificados en secreto como sueño ideal, pero la  Carne  -ah, la Carne, el Ludibrio, la Lascivia- está de nuevo izada a lo más alto de lo abyecto, el peor delito imaginable. Así lo determina el movimiento global « Memoria Histórica de la Bragueta » y lo articula el « Santo Oficio del Puritanismo Punitivo », tan empeñado en señalizarnos la senda de la rectitud y la represión cada vez que nos entre la calora por los bajos o viva la tentación en el piso de arriba.

Para este escrupuloso Santo Oficio el delito de acoso o abuso -hoy imperdonable a perpetuidad, sin remisión ni rehabilitación (y ya se encargará de ello internet con sus efemérides y repasitos)- es un nefando delito que empieza por el piropo, dándole igual que sea un refocile soez o vaya floreado en literatura linda y elogiosa (¡es una invasión de la dignidad y del espacio, llamad a los guardias!), aunque Peláez se niega a perder su piropo estrella: «Con todos mis respetos, señorita,  ¿puedo pedirla pa Reyes? ». Le dicen eso a él y vuelve a casa más esporpollao que un pavo y más ancho que la calle, eso dice.

Naturalmente el patrono de ese Santo Oficio es san Agustin, que dijo « Yo no le tengo tanto miedo al Demonio; al Mundo le tengo más miedo; pero nuestro peor enemigo es nuestra propia Carne ». Tome nota, señora secretaria, y póngase a escudriñar y distinguir, por ejemplo, la gravedad de un tocamiento según el confesor pillín que precisaba «ya, hijo mío, pero  ¿sobre piel o sobre tela? ».

Buscad a W. Allen o K. Spacey en los atestados trasteros de internet. Hallaréis más ecos sobre sus imputaciones sexuales que sobre su obra o genio. Y por su delito seguirán ahí crucificados siglos y siglos. ¿Lo merecen? Id pensando en decir adiós a la proporción entre el delito (si lo hay) y la pena.

Sócrates resume: Lógico que en este tiempo tan vegetariano haya obsesión enfermiza también contra esa Carne.

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