Diario de León

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Quizás no sea un lugar de oportunidades, pero es una tierra extraordinaria. Así es esta provincia y tiene muchos elementos que lo demuestran. Uno de ellos es su despensa. Ahora que ha acabado el tiempo de recoger, toca apreciar los frutos de la huerta y conviene hacerlo con los cinco sentidos para no perderse nada. El esfuerzo merece la pena. El tomate de Mansilla de las Mulas, el pimiento de Fresno de la Vega, la pera conferencia del Bierzo, la adorada cecina, la miel de la montaña, la morcilla, la lenteja pardina, la alubia de La Bañeza... y tantos otros regalos de la naturaleza que llegan a nuestras manos gracias al trabajo de los agricultores y de quienes se dedican a un sector que no siempre ha recibido el reconocimiento que se merece. Una profesión, la agricultor, que va a menos porque trabajar en el campo no tiene que ser fácil y tampoco ayuda el pago que se recibe.  

Aquí tenemos casi de todo, aunque no todos sabemos apreciarlo. Productos de primer orden, con mucha calidad y cuya producción lleva mucho esfuerzo detrás que, aunque no se ve, se traduce en alimentos maravillosos que, sin embargo, no forman parte de nuestra mesa, al menos de forma cotidiana. Y el motivo no es otro que, fuera de las ferias tradicionales en las que se expone, la huerta leonesa tiene poco recorrido. Su comercialización adolece de fuerza y tirón y su enorme calidad no es suficiente para hacerse un hueco en las estanterías de los supermercados. La competencia es enorme y feroz. Productos de otras zonas y otros países irrumpen con precios imposibles de alcanzar. Total, ¿qué más da si un pimiento es un pimiento? Quizás, esa forma de pensar nos ha llevado a este punto. Ahora casi todo da igual, cogemos lo que tenemos más a mano sin preocuparnos más allá de si su aspecto nos resulta agradable. Y muchos lo saben.  

Comemos tomates que no son de aquí, mientras en los pequeños almacenes se descalabran intentando colocar un producto que no encuentra sitio porque su precio, al parecer, resulta caro. Hay que buscar soluciones que nos traigan nuestros productos de nuevo a la mesa y no que mientras los nuestros salen despavoridos entren otros que vienen de muy lejos.

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