Diario de León

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Mala espina, señor, ¡sí, señor!... pareciendo una señal o mal presagio caído del cielo, el paracaidista que ayer rubricaba el desfile militar en Madrid descendiendo por los aires con la bandera de España (duplicada también en el paracaídas) se hizo la dicha un lío y quedó colgado de una farola contra la que se esmorrió o, dicho en galego, se esnafró ( magoarse o golpearse de fociños contra algo) escacharrando así el broche «nacional» del fasto y destapando el tarro de la gafura en las mismas narices de un palco real de galas preñado y con toda la gobernación engalanada o trajeada allí, es decir, la España entera (casi) representada en carne mortal y caras propias. Afortunadamente, al paraca no le pasó nada, pero la herida más grave para él fue un costurón en la femoral del orgullo ; ¡anda que no le espera cachondeo en su brigada!; y a perpetuidad, algo así jamás lo olvida el querido colega, y no digo el poco amigo, lo hará cuchillada, esto es España; y de poco le valdrán los aplausos consoladores que recibió en los minutos que estuvo colgado en la farola como un ajusticiado iraní; en ese aplaudir disimulaba también la concurrencia su bochorno y su estupor.

Y ahora, a buscar interpretaciones de esta señal que envió el cielo. El Oráculo de Pedrún dice «este esnafrao significa que: 1- la patria va de ala, 2- España, qué coños, se la dará, 3- esa farola es la nueva crisis económica, 4- o Cataluña, más probable, 5- es el franquismo envalentonado y locuaz dándose un morrazo contra su propia farolada»...

También Pedro Sánchez se esnafró en la farola humana que va a estos desfiles, le abuchearon a placer, o sea, a rabiar , pero ahí era el Presidente del Gobierno de España, lo que hace al gesto paradójico y especialmente indigno en quienes no dejan de exigir respeto a sus instituciones y ahí le dieron pólvora al enemigo (con tanto esnafrao es fácil imaginar la escojonación bendita con que ayer orgasmó el jordi airado y el pachi al acecho borrachos de memes al efecto y burlas al alto gasto del fasto que también no pocos consideramos alarde innecesario en tiempos críticos).

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