Diario de León

Creado:

Actualizado:

Un amigo, al que tengo por inteligente, comenta en su blog que los tres máximos responsables de la situación catalana son: el Tribunal Constitucional, el jefe del Estado y el Tribunal Supremo. No puedo estar de acuerdo, al menos en lo que se refiere a las vivarachas «raves» nocturnas de la civilizada Cataluña, porque en realidad nada más lo son dos: los videojuegos y el reggaetón. Esos muchachos que dedican las noches a quemar las calles de alguna manera tienen que desfogarse, están en la edad, y de ningún modo se le puede echar la culpa a la juventud catalana, ni a ninguna otra, por tener las hormonas como les corresponde, es decir, en rebelión, perdón, en sedición, según la doctrina del Tribunal Supremo. Qué antisistemas ni qué antiEspaña: adolescentes a los que no les damos lo que precisan. Me explico.

La juventud necesita videojuegos mucho más hiperrealistas, videojuegos verdaderamente brutales, que les quiten de una vez para siempre las ganas de zurrarse con la policía. Los que existen están claramente fallando en su labor apaciguadora y a mí me parece lógico, dado que sus guionistas son tipos que pertenecen a la generación del ministro Grande Marlaska, que lo que se dice contundente no lo es ni como avestruz. Además, esas ficciones gráficas son ultraviolentas para los que nos educamos con La Naranja Mecánica, pero los chavales de ahora han crecido con «gore» y películas de Tarantino, en las que hay más sangre que en el Ezequiel cuando embuten las morcillas, así que les sacian igual que una barrita adelgazante y se quedan con hambre. No estaría de más, también, que para las alegres turbas barcelonesas esos videojuegos se doblasen a un catalán remoto y cerrado, como de un pueblo perdido del Ampurdán.

En cuanto al reggaetón, es una música asexuada y apolítica, al menos comparada con el punk. No da una réplica a la vida de los padres, una moda que seguir hasta las últimas consecuencias, un estado de cosas contra el que rebelarse colocándose un candado en las fosas nasales. El reggaetón es culpable de ocupar un espacio que debería ser para un movimiento realmente antisocial, capaz de colmar esas adolescentes ansias de rebeldía que todos los jóvenes albergan en sus corazones sin maldad. La violencia del reggaetón es una violencia verbal y la rabiosa juventud lo que necesita son hechos. No hay catalibanes: solo gentes de paz.

tracking