Diario de León

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Es bien sabido: en toda guerra cada cual aprovecha para hacer la suya si pilla ocasión (y en toda ocasión). Si nos metemos en un ciclón de tortas o nos llevan reclutados a batallas ajenas, el derecho al botín lo tenemos muy inculcado. Mi parte. O pillar.  

Es lo que te pasa, querido Pau, que estás de hoz y coz en la gran guerra que siempre soñaste, pero te ves a la vez en tres guerrras: La gorda, contra España la opresora («mort a Espanya», pintaste ayer en la Uni), guerra facilota de «en la cabeza no le peguéis, que está estudiando y lleva gafas», guerra excitante, ¿eh que sí? Pero tienes otra guerra en el interior, entre catalanes, contra el Capital en general y el pujolismo trespercent en concreto, que ahí te duele y te subleva, guerra que siempre pierdes por «sistema» desde mucho antes de aquella Semana Trágica que parece inspirar tus teatrales barricadas en llamas. Y una tercera guerra, chacho, política y cainita: tu revoltoso sector crítico contra la dirección del partido, cuyos barandas anticapitalistas achican objetivos y se ahuecan desde que pisan alfombrón y cobran de lo parlamentario o del untamiento. Y aún te cabría una guerra más, la familiar, cruel a menudo y perdida también, pero por tenerla todo el mundo, más que guerra la consideraremos gimnasio, entrenamiento.  

Ahora bien, en todas esas guerras simultáneas, ¿qué botín esperas exactamente sacar o pillar?, ¿cual es tu sueño justo y lo que calculas cumplir?... sincérate, amigo... y estate tranquilo, «lo que se dice en esta columna se queda en esta columna», te juro que es así.  

En fin, Pau, le das la razón a mi padre que a menudo repetía su lema existencial:  esta vida es un valle de lágrimas y tenemos un destino de guerra .  

No sé si lloras mucho o poco (tu valle sí, tu  Val  es muy llorica), pero de guerras y guerritas vas bien sobrado, ¡qué destino el tuyo! Es normal que andes de los nervios; de ser siempre un guerrerín llegaste hoy a guerrerón, toda una  parajoda  llamándote Pau,  Paz  en catalán o, también,  pequeño, humilde , que mira por dónde son también tres mentiras en ti, como tus guerras.

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