Diario de León

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Desazonados como estábamos y disimulando la angustia cagona que nos desfila por dentro como procesión del Dies Irae, volvimos a pedirle un vistazo a medio plazo al Oráculo de Pedrún -no escarmentamos-, esta vez metiendo todos el jeto en la pantallita múltiple con la que hoy la gente confina su aburrimiento.

Os vais a enterar, empezó su perorata nuestro huraño ermitaño, cambiarán no pocas cosas tras el Gripón Asesino, os vais a enterar, aunque temed más aquello de lo que jamás os enteraréis. Tabas y guijarros dicen que lo pasaréis algo mal. Después, algo peor. Dicen también que  a quien no esté acostumbrado a bragas las costuras le harán llagas  y dicen que el que no pierda negocio o empleo perderá razones o derechos y que hasta el que pueda salir corriendo perderá pelo en la gatera.

Oye, Oráculo -interrumpió Octavito-, dice Josep Borrell, el ministro más exterior de la Comunidad Europea, que con esta pandemia que nos rompe el suelo bajo los pies « el Estado aparece no sólo como el prestamista de última instancia; ahora el Estado es el empleador de última instancia, el consumidor de última instancia, el propietario, porque habrá inevitablemente que capitalizar empresas con nacionalizaciones, aunque sean transitorias, y será el asegurador de última instancia ». ¿Quiere decir eso que la derecha se hará nacionalizadora, que seremos propiedad estatal o que quizá acabemos todos funcionarios de «mira por dónde»?...

Arrojó el Oráculo sus tabas y guijarros y los leyó: Ingenuos, atrevidos, os burláis del destino, insultáis al mensajero; ¿funcionarios todos?, sí, pero de vuestra interminable deuda. Veo lo de siempre: el Estado nacionaliza pérdidas, sanea el campo de batalla y, al volver la ganancia -aquí pone unos 10 años-, se reprivatiza todo de nuevo y olé, viva Sevilla, Torre del Oro. El Destino no confía mucho en vosotros; cuando el catapún de 2008 hicisteis también propósito de enmienda: “ Hay que refundar el capitalismo y darle un rostro humano ” y nunca le quitasteis la cara de perro.

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