Trapu pal focicu

Copiándoles a los de Vox el detallito -pero desmesurándolo- y también robándoles la mano a sus socios de equilibrios (se han cagado en su gracia, me dijeron), el alcalde de León compareció en un pleno con la boca tapada al igual que los demás miembros de corporación, pero su mascarilla no era normal, ni quirúrgica, ni autofiltrante, ni azul-braguita, ni paño étnico, no, la mascarilla del señor burgomaestre era de diseño político tontorrón y de altisonante color secesionista, nacionalista, patriachiquero, soberanista o como quieran llamarle al sexo de esa cosa aún sin aclarar. Toda la mascarilla es bandera leonesa, toda, no banderita en esquina o leve guiño cuqui, no, antifaz-banderazo... y « Banderita, tú eres roja, banderita, tú eres galga », le anunciaría Peláez como heraldo con dulzaina socialista y pasodoble cañí si se lo piden... o con gaita de fole, que ahora tamén ye lleunesa hasta en Campos o Riberas, ahí vase viendo, ya ves... y « ahí lo tienes, báilalo, báilalo, no le quites el mandil, el mandil ».

La mascarilla es el mandil de la boca y la nariz (lo que aquí era el focico ), pero ese mandil del alcalde tira a mandilón, como de señor Erundino, jefe de almacén con orgullo de la empresa que le emplea porque lo tenderón y tenderil nos persigue y nos somete; y no pocos, encantados, se dejan apresar al entender que la cazurrez de esta vida cazurrante es infinita si tienes tienda cazurrina con trastienda al amigo cazurrete y corretajes sin luces dadas.

¿Y qué vende poniéndose esa mascarilla que en lleunés dícese trapu pal focicu ?... vender, ya no; comprar, sí... es su « León first » para trump illar orgullitos y pasiones burlando voto leonesista a su socio con una burda banderitis paletona que imita al Torra y aprovecha que el virus pasa por el Pisuerga para arrimar la desgracia regional a su sardina (o chuletón, que se ve el humo, pero no las brasas y la parrilla). ¿Quiere tanto a León quien abusa de la sagrada bandera dándole un indigno uso higiénico antes de ir a la basura?... salvo que al león del escudo le encante tener a todo un alcalde ventilándole los cojones.