Machista leninista

Con la chufla de machista-leninista bromeaba mucho don Victoriano, amigo maestro Crémer, por burlarse en elegante de fundamentalismos y descubrimientos que entonces llevaban a los recién convertidos a gran euforia mental y vindicativa, aunque no tan agresiva y excitada como estos nuevos «ismos» y masas de conversos que hoy tiran a matar desde un internet hecho parapeto, casamata o refugio antiaéreo; aquello, al menos, se quedaba en postureo, cafelito y cuartilla de panfleto... o culta pedancia en abundancia para largar por esa boquita los listos. Pero inocuos. No lograron cambiar el mundo como prometían levantando su candil redentor. Ni siquiera su mundo, su casa, donde mucho rojerío culto, pijo o bruto que se veía obligado y encantado de ir también de feminista por mítines y congresos jamás miraría ni de reojo a una plancha o fregadera por si había que aprenderles el mecanismo.

Se nos fue por estas cerras la charleta hilada anteayer al leernos Peláez un titular de  La Vanguardia , «Vanesa Lorenzo:  Seremos machistas mientras la madurez no sea atractiva en una mujer ». Razón le sobra y no cabe argumento más definitivo, pero ¿quién dejará de pensar que atractiva es una perita en dulce y no tanto un higo seco?... ese canon tardará en abolirse mientras no dejen de crecer sus predicadores en todo medio o en red ada comunicación. Bien lo sabe la Lorenzo, que fue predicadora al ser modelo dictando desde el cuché la belleza y estilo que inútilmente perseguirá una mayoría de mujeres (¿está Vanessa viendo su madurez y las orejas a las lobas que vienen comiéndose el mundo con las bragas por fuera y trapos para escandalizar?). Nunca como ahora se vio tan orillada esa madurez. Ni una presentadora madura queda en los telediarios que también eligen hoy a su  mujer del tiempo  joven, taconeada y de curvadito perfil. Tampoco en la barra de un bar vendería más una madurita simpática que una antipática tetitas con la raja de su falda hasta el sobaco. Admirar la madurez requiere una inteligencia sensible que aún seguirá escaseando un siglo.