Diario de León

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P ezqueñines, ¡no, gracias!... debes dejarlos crecer ... Sonaba esta cantinela en 1983 en un spot animado del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y en un país devorador de chanquetes y pejcaítos fritos, al darse ya entonces alarmas de extinción en el sur andalú y levantino; y el chanquete se prohibió en 1988.  Pezqueñines, no . ¿Y pezqueñinas?... ah, si entramos en razón de género, atendamos a otro trato, un respeto. ¿Dijo alguien algo de las angulas?... ¡pues entonces!... y no hay cosa del mar más pezqueñina que ellas nadando en aceite hirviendo en cazuelita de barro sibarita, si no sometidas al suplicio de la brasa en un Etxebarri que te atiza a 300 la racioncilla. Escena: entra ufano en una gran pescadería de Orio un tripalari de los de choco y ochote: ¿angulas tienes?... se van teniendo... pues palanganas dos me pones... le advierto, dijo el pescadero, que estas las pagamos ayer en la lonja a 7.280 euros el kilo (fue noticia)... pues añade otra palangana, y sin duelo. ¿Cómo este año puede costar esa burrada tal nimiedad? Lo de insultante le cuadra. Y tuvo su compasión Otavito: ¡hay que ver cómo castiga también a los ricos la carestía alimentaria, pobre gente!, ¡tener que pagar ahora a siete mil leandros sus rutinarias angulas navideñas!... destino cruel, puta guerra y japuta recesión.

¿Y cual es la gracia de la insípida angula? Sabe a nada, siempre se queda en escasa y para que la boca se entere hay que endiñarle ajo y guindilla. Son sólo fideos con ojos que nada alimentan, salvo la vanidad ostentosa de quien pregona comerlas, porque ¿hay quien coma angulas y lo calle?, aunque seguramente ignorará que ese pececito larvario tiene ya tres años al llegar al plato, eso tarda en transportarle la corriente del Golfo desde el mar de Sargazos donde mamá anguila, que sólo se reproduce una vez, depositó uno o dos millones de huevas y murió. Agrupado en bolas ese alevín va navegando hasta aquí y al sentir el agua dulce de una desembocadura espabila lanzándose a remontar el río si no lo atrapó antes el pescador de redecilla y farol al que esta misma noche verías si fueras a Ribadesella.

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