Diario de León

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La vejez es una creación moderna. Esta frase que he escuchado hace unos días me hace reflexionar sobre lo que somos realmente. El ser humano es por naturaleza ambicioso, aventurero y tan arrogante que le ha echado un pulso a la naturaleza para ganarle algunas jugadas en un tablero en el que la partida aún no está terminada. Ni terminará nunca. O al menos eso es lo que cabe esperar salvo catástrofe inesperada.

Los humanos diseñan su futuro a golpe de talón procedente del sudor y el estrés laboral y ambiental de todo el planeta con el objetivo puesto en la inmortalidad. Y si no se puede en esta Tierra, pues habrá que buscar otra para seguir avanzando en esa línea.

La batalla contra las enfermedades ha sido determinante para la evolución, por eso la vejez, tal y como la vivimos ahora, es una creación moderna. Es el fruto de la ambición del hombre por encontrar remedios a los males que hace un siglo —ayer mismo— causaban la muerte. El avance de la ciencia, de la medicina y de la tecnología ha logrado que las enfermedades que anteayer eran mortales de necesidad hoy se curen o sean crónicas.

Este esfuerzo de superación lleva aparejado el desarrollo de una sociedad ‘senior’ en la que el reloj biológico sigue avanzando para dejar paso a un deterioro corporal y cognitivo a los que en pocas ocasiones tenían que enfrentarse las familias hacer cien años. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el 20% de la población española tiene más de 65 años, un 15,1% más que hace una década, hasta alcanzar los 9,3 millones. La esperanza de vida de las mujeres en España superará los 90 años en 2071 y los 86 la de los hombres.

¿Qué alternativas ofrece esta sociedad científica, médica y tecnológicamente avanzada a esta población cada vez más longeva y dependiente? De momento, ‘esconderlas’ en centros sociosanitarios, la mayoría de carácter privado, cuando deberían ser la prioridad número uno de los gobiernos con un sistema de recursos públicos —como los tienen la educación y la sanidad— pensados y dirigidos exclusivamente a garantizar el bienestar físico y mental de esas personas, que son y seremos el fruto del avance de la evolución humana. ¿Cómo será la vida que les tocará vivir a nuestros nietos cuando sean ancianos? Espero que para entonces los avances médicos y sociales vayan de la mano. A cada reto de enfermedad superada tiene que haber un recurso social dispuesto para dar atención a las otras necesidades que surjan por una vejez cada vez más dependiente.

Y la solución no es mostrar la cara amable de la ancianidad, sino mirar de frente a la realidad que crece en los hospitales, residencias o la soledad de los domicilios.

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