Diario de León

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Me ganaré a gusto enemigos formales y a todos los odiadores piruleros que hoy se suben a las honras como a guindos, pero estas letras van sin embozo apostando por ver un día en el río Cabrera una buena cisterna embalsada de la que tirar de la cadena para nutrir su caudal y lavarlo de tanta ceniza de monte quemado y de abrasivo polvo pizarrero y escombrera que ha de engullir cada día, generando a la vez una potencia eléctrica que hoy, más que nunca, es desideratum de energía limpia y renovable. Confiemos en la prudencia y objetividad de la antipantanitis cazurra militante que tiene algunas razones y casos para ser seria, pero que las ostenta también para sobrarle folclorismo sentimentalón de ecologista al bies y topicazo a esgalla. A ver, los embalses no los inventó Franco, criatura, descuélgate alguna vez del latiguillo; regeneracionistas e izquierdas clamaron mucho antes que él por ver en el agua apresada la única redención que exige la España que la aridez despuebla y biológicamente arruina, ese campo muerto que metemos cada año en el club del desierto. El agua es vida. Y la luz que genera será el farol para dejar de vivir a oscuras o al palpo.

Lo que cuentan de este embalse para el Cabrera parece ajustar impactos y daños a unos mínimos que justificarían apostar por él sin especial alegación o enmienda. Páguese ese precio. Salvar la nada que ya es residente ahí huele a religiosismo obtuso. Exíjase, empero, hacer esta vez las cosas como se debe, que se reparen lesiones, que se devuelva la vida que viene desapareciendo ahí sin embalse al que culpar (hace 30 años filmábamos ese río y maldecíamos por tanta pizarrera que estrangulaba lechos y mataba truchas y faunas), que vuelvan gentes del lugar a tener el empleo que ahora se anuncia y la esperanza de no enterrar sus pueblos sin más. De no tener su caudal garantizado con este embalse y ante el futuro climático que se dibuja, el Cabrera será un lecho agonizante mañana por la mañana. Vengan aguas. Venga luz. Vuelvan gentes. Respiren el futuro que por ahí llegue curado de viejos errores.

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