Diario de León

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Pillar pulmonía fue rifa fácil en la larga posguerra, aunque no tanto como la tuberculosis, sentencia letal entonces por no haber penicilina o ser lujo prohibitivo. Se murió mucha gente de estas dos cosas y así las madres tenían disculpa para forrar de abrigote a la crianza o aconsejar cambio de acera si iba o venía alguien tosiendo; ah, y jamás coger colilla del suelo por si la tiró algún tuberculoso, que a León venían por tener aquí hospital especializado en el monte San Isidro, que treinta años después llamarían de enfermedades del tórax para ampliar tratamientos y diluir miedos. Y una leve pulmonía me ha traído a mi bautizo hospitalario. Si descuento la única noche que pasé en clínica, aquí estreno experiencia al llegar al cuarto día burlando toses ya barridas. Nunca es tarde si la experiencia enseña con la lección que me está dando aquí esta sanidad pública, tan agitada estos días en su colectivo profesional que con razones sobradas se queja en media España de precariedad, de necia guerra y de tijeretazo fatal.

Aquí no te apellidas, te nombran y en el cabecero de la cama sólo eres Pedro, paisano sin más rango que tu dolencia. Pero me abruma el trato y las atenciones que el protocolo me aplica porque he dado motivo, indolencia o insolencia para no merecerlo; y aun así se me brinda con largueza y afabilidad desde el galeno a la auxiliar, desde la especialista al celador. Ningún reproche puedo hacer a nadie ni a nada; bien al contrario. Y viendo el ingente gasto que supone cada ingreso, me obligo a maldecir al que defrauda impuestos atentando a la continuidad y calidad de este sistema sanitario que me tiene perplejo y es envidia hasta del próspero norteamericano al que un pulmón le costaría un riñón, o la vida si ya lo tenía gastado.  No sabemos lo que tenemos ... por no saber quizá lo que queremos. Cuando nos falte lo comprobaremos; y al freír será el reír. Pero permítanme traer aquí al menos el nombre propio de los galenos de mi gratitud: Pedro, Silvia, Mario, Salam, Pablo, Emilio... porque si en su saber iba la ciencia, en su palabra vino pomada.  Grazie mile a tutti quanti .

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