Diario de León

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Alberto Núñez Feijóo sobre todo no quiere dar pasos en falso. Hace bien. De momento, ha empezado el año nombrando como jefe de su campaña a Elías Bendodo. El coordinador nacional del PP fue el estratega del «bombazo» andaluz de Juanma Moreno el pasado año. No es asunto menor. Pero no se ha quedado ahí la cosa. También ha escogido a Íñigo de la Serna y a Borja Sémper como coordinador del programa para las municipales y autonómicas y portavoz de campaña, respectivamente. Ambos vuelven a «la casa común» del centro-derecha.

El mensaje con esta selección está muy claro: busca perfiles de políticos dialogantes y transversales. Gente capaz de apagar fuegos más que de crearlos. Supongo que sus próximos pasos irán dirigidos a potenciar las filas genovesas con mujeres valiosas que tiene la familia popular por doquier. Dirá Feijóo que su portavoz parlamentaria y secretaria general, Cuca Gamarra, es mujer, pero, siendo cierto, por ese flanco cojea ahora la dirección del Partido Popular.

Los pasos dados por el gallego desde que asumió el liderazgo del partido han sido una rectificación en toda regla a la anterior dirección. Nada de enfrentamiento orgánico. Al revés. Hoy el PP es una balsa de aceite. Y las repercusiones de esa unidad de acción alrededor de la figura del jefe de filas están siendo inequívocas en las expectativas positivas con vistas a las generales, y antes a las municipales y autonómicas. Porque en Génova se cuenta con un triunfo de largo el 28 de mayo.

De hecho, a cinco meses de las urnas, las siglas laten contentas porque van a sumar a su cuenta de resultados mayor poder local y autonómico. Reconquistar plazas simbólicas como la ciudad de Valencia se da por descontado en el cuartel general de los populares. Y tienen al alcance de la mano la Comunidad Valenciana. También Baleares, Aragón y La Rioja. «Los sondeos en todas las regiones son muy buenos para nosotros», confiesa un destacado mandatario próximo al líder. Suma y sigue. Isabel Díaz Ayuso (Madrid) y Fernando López Miras (Murcia) van lanzados a por sendas mayorías absolutas.

La política es así. Cuando una formación es capaz de generar confianza e ilusión en un proyecto, atrae a los votantes. Negarlo no tiene sentido. Como lo sería impugnar que el 28-M va a marcar el siguiente y definitivo examen de finales de año. Por tanto, el resultado de las aguas de mayo, por mucho que Pedro Sánchez desee apartar ese cáliz, va a cambiar el rumbo político de España.

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