De momento
Es curioso la cantidad de frases, coletillas o dichos que utilizamos en nuestra vida cotidiana y que no quieren decir nada realmente. Son como adornos que solemos emplear bien para alargar las frases y parecer que decimos algo importante o bien para no pillarnos los dedos. Luego están las sentencias un tanto ilógicas como ‘siempre’ o ‘nunca’, pero eso es otra cuestión.
Si dicen que el ser humano necesita certezas entonces no entiendo quién inventó estas expresiones ni para qué. Me refiero, por ejemplo, a ‘de momento’ , ‘a lo mejor’ o ‘ ya veremos’. Experiméntenlo en sus propias carnes. Vayan a pedir algo que necesiten y reciban como respuesta un «no, de momento». Para mí eso es un ‘no’, sin más, el resto de la frase es inútil porque tampoco aporta nada.
Quizás dejar una rendija abierta por si acaso un día se diese un cambio de opinión, pero sin un horizonte claro. No hay certeza a la vista.
En las piscinas municipales de Salvio Barrioluengo, en el barrio de El Ejido, no funciona la sauna desde hace cerca de un año. Digo yo que no se tratará de una avería normal y corriente porque, en ese caso, haría meses que se hubiese zanjado el asunto. No sé cuál es el problema que tienen en el polideportivo ni el motivo de que ese cuarto no esté abierto al público. Lo único que sé es que cada vez que voy y pregunto obtengo la misma respuesta: «La sauna está cerrada, de momento». Sin más. Ya saben, de eso hace ya un año. Por eso digo que ese tipo de expresiones son como dar una patada hacia delante sin ninguna intención de que quien tenga que hacer su trabajo lo haga. Es sólo una forma más de poner el punto y final a una conversación porque, quizás, ni la persona que recibe la pregunta lo sabe realmente ni tampoco tiene ninguna intención de hacer algo al respecto.
Es lo que pasa en la administración pública, que como es un lugar de todos y de nadie, hay veces que no hay quien asuma la responsabilidad porque siempre hay otra persona por encima (o al lado) a la que endosarle el marrón. Si acaso te quedan ganas de escalar por tu cuenta hasta la cima del asunto es probable que allí tampoco conteste nadie por la misma razón. Así que, salvo mascullar entre dientes alguna que otra maldición, no queda más remedio que seguir esperando a ver si a quien tiene el poder hacerlo le entran las ganas de solucionar el problema.