Diario de León

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Ese hombre camina todos los días pase lo que pase de Guzmán a San Marcos. No es para tanto pero para él es mucho. En ese espacio de ida y vuelta recuerda todo lo que aún no ha olvidado. Dice que el 28 votará.

Dos niños se empeñan en jugar al fútbol delante de la Catedral. Esa mujer que ya no le da de comer a las palomas porque dice que ensucian mucho, les regaña. Algún día, en diferentes momentos vitales, compartirán el derecho al voto. Dos chicas debaten entre risas si la tortilla del Big Ben será la más rica del mundo. En definitiva, la vida es elegir y ellas se encuentran ante un momento definitivo. No molestar. Ese hombre alto que pasea con su perro por Papalaguinda a primera hora de la mañana cuando el Bernesga desprende el frío que depositó la noche lleva unos auriculares en los que puede escuchar un podcast vanguardista o el último grito en tertulia radiofónica. Entre medias, puede que decida por primera vez en su vida dejar de votar a su partido de siempre. Cuatro ‘zumbaos’ celebran el gol de Vinicius como si no tuvieran ya la certeza de que la vida reserva dramáticos partidos de vuelta. En algún inciso, cualquiera de ellos valorará la importancia de algún candidato. El joven emprendedor que ahora mismo sube la trapa de la ilusión de su negocio, espera que los vientos económicos sean favorables para conseguir una vida feliz. En ese edificio oficial en el que siempre hay una luz encendida, los funcionarios llegan a primera hora para cumplir con su trabajo y lograr también los éxitos cotidianos. Unos más, otros menos, observarán expectantes el discurrir de la campaña electoral. Ese enfermo que se aferra a la vida, la encuentra cuando en los noticieros confirma su ideología como si fuera una creencia infalible. Votará por correo. Llegaron hace muchos años de otros continentes y ahora son ciudadanos españoles. Votan.

Todas las vidas caben en el censo electoral. Y todas ellas tendrían un programa a medida, o de máximos o de mínimos. Lo importante sería no ya seducir o embaucar al votante, sino llegar directamente a plantear las mejores soluciones para la mayoría. La política es el arte de lo posible. Ahí lo había dejado aquel profesor que también proponía una cátedra B que se llamara  El arte de la mentira . Pero la ciudad está llena de votantes. Y son de verdad.

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