Diario de León

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Hemos fiado nuestra vida a las grajeas, los blister de farmacia, las gotitas y a un sinfín de remedios de laboratorio que nos hacen la vida más fácil. ¿Que se siente usted más cansado de lo normal? pastilla ¿Que le cuesta que el aire le llegue a los pulmones? pastilla ¿Que tiene pena porque ha tenido que despedir a su mascota? pastilla ¿Que tiene el corazón afligido por el desamor? pastilla. Y así, porque parece que con el pastillazo al canto vemos la vida de otro color. Más amable. ¿Quién va a querer tomar partida en sus propios asuntos cuando hay algo mucho más sencillo, que es abrir una cajita, después la boca y acompañarlo con un buen trago de agua (o de lo que sea)?

Las pastillas nos han allanado el camino y, por suerte, son capaces de hacer que el trayecto de la vida sea algo menos insulso e hiriente. Sin embargo, no debemos olvidar que nosotros mismos tenemos una parte de responsabilidad en lo que nos sucede y la solución no es desempoderarnos para cederle ese poder a otro. O sí. Eso ya depende de cada uno. Siempre y cuando hablemos de problemas cotidianos y no de asuntos más graves, las pastillas han dejado de ser algo excepcional para convertirse en el pan nuestro de cada día y cuando el agobio nos supera en lugar de ordenar nuestro armario cerramos las puertas y damos dos vueltas a la llave para que no sea vea lo que hay dentro en lugar de dedicarnos a poner cada cosa en su lugar, aunque ese orden sólo podamos verlo (y disfrutarlo) nosotros.

Llevo un tiempo oyendo rumores de que en no muchos años no tendremos que comer, sino que nos bastará con una simple pastilla que nos librará del trámite de masticar y hacer la digestión y, aunque a algunos esto les divierta y otros hagan chiflas, a mí el asunto me resulta aterrador. Ahora que no hace falta ni moverse del sofá para pedir la comida, utorregalarse un ramo de flores o darse un chapuzón imaginario en algún lugar paradisíaco, resulta que hasta comer nos resulta algo tedioso y aburrido, cuando en realidad se trata de mucho más que un mero trámite. Comer es, además de un tema vital, algo que nos hace humanos, seres vivos, disfrutones y además sociales, porque no hay una buena comida sin una buena sobremesa y ya me dirán de qué vamos a hablar cuando nos hayamos tragado la pastilla.

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