Diario de León

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Como los seres humanos, los siglos nacen y rompen a llorar. Este en el que ahora nos encontramos, ¿hará bueno a su antecesor? La primera mitad del XX fue infernal, ¿lo será también esta? Quizá, ya lo es. Tiene uno la sensación de que todo lo que nos importa pende de un hilo, salvo nuestro amor. ¿Un misil contra un hospital donde había refugiados y han fallecido 500 personas, entre ellas niños? El que no haya sido “intencionado”, si es que no lo fue, apenas le resta horror, pues misil era. Qué extraño, esta guerra nos la cuentan de forma más visualmente rotunda que la de Rusia conta Ucrania. Cualquiera de ellas es un buen negocio para el mal. Cómo no acordarse de la escena de la noria, en la película El Tercer hombre, donde un monstruo encantador admite sonriente que hace negocios monstruosos: vender penicilina adulterada. No, las guerras no son inevitables. Dicho esto, no es lo mismo atacar que defenderse, pero cuidado con sus fronteras. Vela Zanetti, quien había luchado en la nuestra, me dijo: “Si pasas mucho tiempo luchando con un enemigo te contagias de sus defectos”. No, la guerra no es la única constante en la Historia. También lo son el amor, el perdón y la belleza. Mira en ti mismo, lector, ¿acaso no es eso lo que ves, pese a todo? Sí, los conflictos bélicos son trágicos y ruinosos para las sociedades, pero enriquecen a unos pocos (los de siempre). No es necesario vivir en un castillo para percibir que no hay almena más alta y segura que la fraternidad.

La lluvia es inevitable, la guerra no siempre. Todos hemos renunciado en algún momento a participar en alguna batalla. Todos fuimos una vez heridos a traición. ¿Y qué nos salvó de la gangrena? El amor. A veces, basta con recordar que tus mayores fueron buenas personas. A veces, es necesario rezar. A veces, además debes alejarte de las llamas. Y algunas otras, pocas, hay que combatir. Pero ¿cómo no contagiarte de lo que combates?

Solo un irresponsable no estaría muy preocupado con este presente aciago. Ojalá fuese posible comenzar de nuevo el siglo y con la experiencia adquirida. Pero no desesperemos, otros renacimientos son posibles. Ah, sí, sería estupendo volver al principio y hacerlo todo mejor, pero no desde las cenizas.

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