Diario de León

La semana política que empieza. Fernando Jáuregui

Esta semana, quizá el ‘pacto de Madrid’

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¿Pacto de Madrid? Pero ¿Es que hay aún más ‘pactos de Madrid’, al margen de los que, en el fondo, se tejen en el silencio de las penumbras en Suiza, en Bruselas, en Barcelona, en determinados despachos capitalinos? Pues sí: seguramente es preciso un nuevo ‘pacto de Madrid’. El que gobernará en Cataluña tras las auténticamente decisivas elecciones del 12 de mayo próximo.

Pere Aragonés, president de la Generalitat de Catalunya y aspirante a lo mismo, llega esta semana a Madrid para protagonizar un desayuno multitudinario. Le van a preguntar de todo y él trae, supongo, bien seleccionados sus mensajes. Pienso que no es probable que Aragonés conozca aún lo que el imprevisible Carles Puigdemont, desde Waterloo, anunciará, probablemente también esta semana, en cuanto a sus intenciones de presentarse o no como cabeza de candidatura de Junts en las elecciones catalanas del próximo 12 de mayo.

Yo diría que el molt honorable president de la Generalitat catalana viene con un mensaje de paz y hasta de amistad dirigido al Gobierno central, quién sabe si el prólogo de un acuerdo poselectoral para formar un Govern entre el PSC de Illa y la ERC de Aragonés y de Oriol Junqueras, este último no tan en la retaguardia como algunos dicen o creen. Claro, ese Govern PSC más ERC (o al revés, dependería de resultados y acuerdos) no iba a gustar mucho al aún eurodiputado y ex president de la Generalitat Puigdemont.

¡Ah! Lo olvidaba (o no): todos quieren saber qué ministros asistirán al mentado desayuno madrileño con Aragonés. Una fotografía, la de miembros del Gobierno central arropando el discurso y el mensaje del máximo representante del independentismo catalán, que sin duda tendría, tendrá, su significado. Y que tampoco gustará mucho, por supuesto, en el casoplón, a 28 kilómetros de Bruselas, en el que se refugia el hombre que ahora tiene todas las claves de lo que pueda ocurrir en España y aún retiene buena parte del poder para hacer que eso ocurra o no. Puigdemont, el principal enemigo de ERC. El hombre al que más teme Pedro Sánchez, y no solo él.

Discrepo, en ese sentido, de quienes creen que ante las elecciones catalanas se diseñaría un acuerdo entre Sánchez y Puigdemont. La Moncloa está hasta las narices del fugado, de sus desplantes, de la altanería de su enviada especial al Congreso de los Diputados, de sus burlas, de su prepotencia, de -cito textualmente a alguien muy representativo-»sus locuras». Y sospecho que Puigdemont no quiere ser president de la Generalitat, en el caso de que se presente a las elecciones, llevando ante sus electores radicalmente independentistas y rupturistas con el Estado un portafolio de acuerdos con un Sánchez bastante ‘quemado’ por todas las cosas que sabemos, con su alianza con Sumar en precario equilibrio y que constantemente está siendo horadado por las críticas feroces de la oposición conservadora. Conservadora como la propia Junts.

¿Qué dirá Aragonés en Madrid? Pues eso: expectación ante un posible, y quizá hasta probable, pero no explicitado, ‘pacto de Madrid’. Y ¿qué dirá Puigdemont ante eso? Si se lanza al ruedo electoral, el fugado, haga o no campaña en el interior o tenga que hacerla en el extranjero, que todo cabe en estos momentos, va a estar solo, aupado por el victimismo y el aura de Nelson Mandela de la que se quiere rodear. Si gana, que no me parece lo más probable, pero sí sería, con todo, posible, ganará a ese posible pacto de los otros dos. Y en ese caso, el cielo se poblaría de fuegos artificiales, ya digo, que ríase usted de lo de las Fallas. Y entonces qué. Así que, si lo vemos con perspectiva, el ‘pacto de Madrid’ sería, con todo, la menos mala de las soluciones, oh Dios mío.

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