Las garduñas de Buiza
A veces uno se siente agobiado por los documentos y confesiones encomendados para su conservación y cuidado por personas cercanas, especialmente en los afectos. A pesar de que algunos sean muy delicados, por la implicación de y referencia a otras personas, resulta gratificante el cariño con que te hacen depositario. La experiencia propia se enriquece con las confesiones, escritas algunas, y documentos ajenos. No pocas necesitan dosificación o la prudencia del silencio. Seguramente del silencio definitivo, que el discurrir de los acontecimientos es pocas veces predecible.
José Antonio Valverde (Valladolid, 1926-Sevilla, 2003), considerado el «padre» de Doñana, tiene en su haber una intensa trayectoria científica como figura clave en la defensa de la naturaleza. En este sentido mantuvo correspondencia con otras muchas personas que sentían pasiones e intereses semejantes. Uno de ellos fue Casimiro Díez Blanco, de Buiza de Gordón, minero de pro, conocedor profundo y apasionado de los montes del entorno de su territorio y de los animales que lo habitan, paisano cabal y generoso durante su larga vida (1920-2019). La correspondencia entre ambos denota confianza y amistad. Me referiré ahora solo a una esas cartas que José Antonio escribe a Casimiro desde Sevilla el 14 de abril de 1982.
En ella el científico agradece al de Buiza el envío de tres cráneos de garduña (de entre los años 1980-1982), que «ya están limpios y puestos a blanquear. Se podrán estudiar todos, hasta el que no tiene dientes, porque le queda un colmillo, que es donde vemos la edad». Entre otras disquisiciones sobre este depredador nocturno de tamaño mediano, centra su atención en los cráneos, que, según quiero deducir, no sé si con acierto, estarían en la «Estación Biológica de Doñana», con sus propias cartelas explicativas.
No logro saber cuándo ni cómo, aunque sí sé que se encontraron en alguna ocasión y que Valverde preguntó sobre diversos asuntos a Casimiro, hombre de notable experiencia, habilidad contrastada y verbo fácil. Notable experiencia, por ejemplo, en la construcción y colocación de lazos y cepos para la caza. En la misma carta la alusión es clara: «El lazo que me dio está aquí. Parece ser que se hará colección de cepos en Madrid, y allí iría su lazo, como muestra».
Desconozco dónde pueden estar unos y otro. Quizá estos datos ofrezcan algo de luz, aunque solo sea por satisfacer la curiosidad. Nunca está de más conocer el origen de las cosas.