Querer o no querer, desde el principio
El declive del mercado del Conde Luna, y de las posibilidades no sólo de consolidación de su actividad tradicional sino de adaptación a nuevos proyectos, lleva enquistado tanto tiempo en el debe de la agenda muncipal leonesa que, pese a sus sucesivas reformas constructivas, parece haber perdido todo pulso de presente. No necesariamente de futuro, como se viene reclamando desde hace ya demasiados años a los sucesivos equipos y partidos de gobierno que han pasado por el Ayuntamiento de León. No puede ser tarea imposible recuperar un mercado alimentario de calidad, en una zona que, pese al desastre de gestión habitacional del casco antiguo, sigue concitando el interés de consumidores no sólo leoneses. El creciente turismo en la ciudad tiene en la gastronomía un atractivo fundamental, y el mercado está ubicado en este sentido en el mejor de los escenarios. No se entiende que se haya renunciado, por ejemplo, a la propuesta de los gastrobares, que tantos réditos está generando a estas infraestructuras en todo el país. Mas todo esto pierde sentido si no se cuida lo básico. La suciedad y el abandono que adornan el entorno del mercado convierten en inviable cualquier iniciativa. Lamentable, porque la limpieza es lo más fácil de afrontar si de verdad se quiere asentar su futuro.