La vida o la ciencia

La exdirectora científica del CNIO), María Blasco.
Hay profesiones que se llevan la vida entera. Una de ellas es la ciencia. Donar tu cuerpo a la ciencia antes de la muerte es la práctica habitual en los laboratorios de investigación. En algunos ambientes laborales se asume que tu carrera es tu vocación y, por tanto, tu vocación es tu vida. La crisis en el CNIO, con la destitución de su directora María Blasco y el gerente Juan Arroyo, con denuncias de acoso y mala gestión, enturbian la imagen de un centro puntero contra el cáncer y es una prueba de que, además de la exigencia extrema, los equipos asumen que si optas por la ciencia ya has elegido tu objetivo de vida: estar disponible las 24 horas de día.
En los laboratorios en los que se establecen dinámicas de alta competición, los investigadores principales pelean por el dinero para desarrollar los proyectos. Si ese titular principal consigue mucha, pero mucha financiación, la ciencia avanza, pero la perversión del sistema hace que en algunos entornos se mire para otro lado si en las dinámicas de trabajo se producen situaciones de acoso laboral tan explícitas como gritos, vejaciones e insultos, y otras menos evidentes como encargar el mismo trabajo a dos o tres personas del mismo grupo, es decir, poner a competir a colegas para que el primero que consiga resultados sea el que se lleve el mérito y la publicación, mientras que el resto, que trabaja en lo mismo, pierde el tiempo sin ninguna exclusividad. ¿Qué repercusión tiene esto en la salud? Investigadores extenuados. La mejor manera de destruir equipos.
El ciclo final de la competición es la publicación de los resultados, demostrar que el dinero sirve para contratar a un investigador que obtiene resultados que se editan en revistas de impacto, que además suelen cobrar por ello. Esa presión ante la posibilidad de que no se renueven los fondos ni las becas es el camino de piedras amarillas directo a la tentación de las malas prácticas, con el riesgo de falsificación de datos o la apuesta por investigaciones poco arriesgadas que consiguen resultados asegurados. Los propios centros de investigación tienen protocolos de control de calidad y ética y aunque las noticias que saltan al respecto son escasas, se detectan fraudes.
La ciencia es progreso. Los ‘trapos sucios’ del CNIO que han salido a la luz son una prueba de las dinámicas en las que se forjan los investigadores, que heredan los métodos de sus maestros. Las mujeres que ocupan altos puestos de responsabilidad reproducen, como normal, unos métodos de mando que a ellas se les cuestiona por el hecho de ser mujeres.
En la ciencia, como en el resto de la vida, hay cada vez más dedos que señalan esas malas prácticas. En los casos de acoso laboral o sexual, como ocurre con el bullying en los colegios con los niños y niñas, las empresas suelen tomar la decisión de apartar a la víctima. Por eso es mucho más llamativo cómo ha saltado a la luz el caso del CNIO y la solución de la crisis.