Diario de León

Ana y el coronavirus

Ana, Anita, tiene diez años y acaba de vencer al coronavirus. Con lápiz y papel. Y, sobre todo, con la certeza de que quiere ayudar y sabe cómo hacerlo. Con la seguridad de que ella puede, sí que puede.

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Ahora que Estados Unidos y los talibanes firman la paz en Afganistán nos bombardean con el coronavirus. La epidemia del miedo recorre el mundo como un escalofrío. Nadie se siente a salvo. Todo el mundo es sospechoso. Dicen que la culpa la tienen los medios que magnifican las noticias.

Pues sí y no. A cuenta del coronavirus hay más de 40 millones de personas confinadas en sus ciudades en China y un millar de personas estuvieron retenidas bajo control policial en un hotel de Tenerife.

Estas medidas, tomadas por orden de los gobiernos respectivos, transmiten muy poca tranquilidad, la verdad. Hasta los niños y las niñas han captado el mensaje del miedo. Ana, una niña de diez años hija de una amiga, se entretuvo estos días de carnaval en buscar una solución.

Lo hizo con papel y lápiz. Y en inglés, haciendo honor a la educación bilingüe que recibe en una escuela pública. En seis viñetas resume, con dibujos esquemáticos y sencillos bocadillos de texto, cómo el coronavirus propaga el miedo y se inventa una receta para acabar con la epidemia. Y es que Ana, aparte de que ya es una artista, también quiere ser científica. A sus diez años se siente fuerte para retar al coronavirus. Lo importante no es que la receta de Ana mate o no mate al coronavirus. Lo importante es que ha matado su propio miedo. Lo ha aniquilado con un original dibujo que podría ser una regadera gigante o una especie de planta ‘comevirus’.

CHRISTOPHE PETIT TESSON (FOTOGRAFÍA) / JOSÉ ALBERTO CALVO (TRATAMIENTO DE IMAGEN)

Lo relevante es que una niña de diez años está dispuesta a hacer algo por el mundo y por sí misma. ¡I want to help!, dice una de las viñetas. La historieta de Ana es un síntoma de que las niñas valientes y seguras de sí mismas se abren paso en el mundo que viene.

Es un buen síntoma de que las mujeres del mañana ya no caminan con sigilo y pidiendo permiso para ser protagonistas del futuro. Es un magnífico síntoma de cómo una niña conjuga en una pequeña historia la idea de avanzar cuidando al mundo. Es un síntoma hermoso de cómo podemos vencer el miedo con creatividad, creyendo en nuestros sueños. Porque es la única forma de crearlos. Creer para crear.

Una campaña tan bien orquestada como la del coronavirus es lo que hace falta para erradicar la violencia machista. Poner en el foco de las emergencias mundiales que la violencia hacia las mujeres arroja cifras tan escalofriantes o más que las que puede hacer balance el coranavirus a finales de este año.

Lo dice la ONU: Más de la mitad de las 87.000 mujeres asesinadas en el mundo en 2017 lo fueron por sus parejas, exparejas o miembros de la familia. Esta descomunal cifra quiere decir que 137 mujeres son asesinadas a diario solo por el hecho de ser mujeres. Los asesinatos de mujeres son una pandemia para la que la sociedad no tiene mascarillas, sino potentes antifaces para ignorarla.

La importancia que los medios de comunicación tienen para erradicar esta pandemia fue señalada por primera vez en la historia en el apartado J de la Conferencia de la Mujer de Beijing. Veinticinco años después, la implicación proactiva de los medios y periodistas en esta tarea es uno de los retos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

«El progreso está prácticamente detenido si se considera la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de los medios de comunicación», advierte ONU Mujeres. Sólo el 24% de las personas que se ven, escuchan o leen en las noticias son mujeres. Y sólo un 4% de los artículos periodísticos desafían los estereotipos de género. El techo de cristal en la autoría y toma de decisiones también es preocupante. Lo dice el estudio más importante sobre caracterización, participación y representación de las mujeres en los medios de comunicación que abarca 20 años a escala mundial (Global Media Monitoring Project 2015).

Si las niñas y los niños como Ana recibieran machaconamente el mensaje de que los asesinatos de mujeres son una epidemia que pone en peligro a la humanidad (y a la democracia) estoy segura de que, al igual que con el coronavirus, inventarían una solución. La cuestión es si debemos esperar a que la infancia solucione los problemas del mundo. O asumir que es un deber.

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