Diario de León

Antonio Manilla

Despoblación superpoblada

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El problema, en sí, no es la despoblación. Ser más o menos no es el asunto que debe preocuparnos. En cualquier territorio, sea el que sea, lo ideal es que habite un número de personas que pueda hacerlo con dignidad. Ejemplos sobran. Usted mira Australia, que es quince veces España en extensión, y allí viven apenas veintidós millones de personas. El problema es tener una pirámide de población sana, con una proporción de jóvenes, adultos y ancianos capaz de sustentarse y reproducirse. Es decir, sostenible en el tiempo. En asuntos demográficos, actualmente, menos es más. La gran cuestión, tratando de mirar globalmente, sin las anteojeras de lo local, es que quizá el mundo se precipita hacia una catástrofe biológica: morir de éxito como especie.

Hablamos de un asunto delicado: la fecundidad. En Europa, en términos generales, nos reproducimos por debajo del umbral de sustitución de los progenitores, pero el mundo está superpoblado. Mientras se mueven contingentes de población enteros, nadie tiene valor para decirlo: la cantidad de humanos está poniendo en peligro el planeta. ¿Por qué? Porque somos la especie que ha sido capaz de desligar su supervivencia del curso de la naturaleza y nadie se atreve a tomar una decisión firme al respecto. Estamos agotando los recursos imprescindibles para la vida. La ONU nos recomienda dietas y producciones menos agresivas con el cambio climático, mas no políticas de contención de la natalidad. La sostenibilidad se aplica a muchos campos, pero no al esencial: el demográfico.

¿Por qué África no está llena de leones? A una explosión de ratones de campo le sucede una de culebras comedoras de ratones de campo y a esta una de águilas comedoras de culebras. Después todo vuelve a su ser. La naturaleza se autogestiona. Pero ¿qué ocurre con una especie sin depredadores? Enfermedades, guerras y meteoritos borrachos son sus únicos enemigos. Como ninguno es deseable, urge establecer algún tipo de autocontrol para no llegar a esquilmar la casa que nos acoge. Para no volver a exterminarnos en una Gran Guerra que poco a poco, ante la inacción general, parece cada vez más cercana. Convencional o biológica. O a sucumbir a algún virus atroz y letal. Por primera vez en la historia, sin una glaciación de por medio, la especie humana se está retirando de territorios conquistados: concentrándose en núcleos mayores, poniendo todas sus manzanas en la misma cesta, volviéndose más susceptible a una extinción catastrófica. Una involución.

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