Diario de León
Publicado por
Octavio Javier Campos Márquez
León

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Hacia ya tiempo que las calles de León no disfrutaban tu rápido andar solo detenido para saludar a tanta gente que a lo largo de los años sabia quien era Marce. La parada obligada de vistita al Santísimo en San Isidoro era igual de obligada que comprar alguna "chuche" para cualquiera de tus "niños" que pudieras encontrar y te la pudiera pedir. El día de tu muerte, muchos de aquellos niños, ya mayores hoy la mayoría sintieron el dolor de tu perdida, algunos desde la lejanía , pero con tu imagen en la retina de la infancia , tan clara, que parecía haberse detenido en aquellos mejores momentos en los que todo era más fácil y en los que lo normal era poder encontrarte por cualquier calle de León siempre con la sonrisa puesta y el saludo presente, aun cuando te hubiesen visto o no. "A quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos", decías siempre con sorna, tal vez sin saber que Dios, te había concedido más hijos, sin jamás haberlos tenido, que los que hubiese podido tener en tres vidas. No era fácil que tú te olvidaras de alguien ni que nadie se olvidara de ti a pesar del transcurrir de los años. Con el pasar del tiempo, las nuevas generaciones de niños, nuestros hijos, habían aprendido a querer a Marce igual que lo habíamos hecho todos, a pesar de que en los últimos años, la vejez había hecho mella en tu diminuto cuerpo y aquella agilidad se había tornado pesadez y cansancio. Por encima de tus gafas, siempre haciendo equilibrio sobre la punta de tu nariz de un modo casi irreal, permanecía siempre aquella mirada alegre que nos hipnotizaba a todos y que ha permanecido ahí hasta incluso en estos últimos días en el hospital en los que tu vida se iba diluyendo aferrada a la necesidad de seguir andando..."no te marches" me dijiste en ese último instante que estuve contigo...pero ahora has sido tu la que te has ido y de seguro habrás llegado allá donde poder seguir tus largos paseos sin que ya tus heridos pies te molestos más quien sabe si con tu vieja gabardina y aquellas gafas en equilibrio, saludando y sonriendo desde tu dulce mirada encogida, como seguro que todos los que te hemos conocidos te recordaremos, siempre hasta el día en nos volvamos a encontrar sin lugar a dudas caminando. Ya te echamos de menos, Marce. Octavio J. Campos y todos aquellos "niños"..

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