Pesadilla griega

Grecia o República Helénica. Paraíso para el viajero por su esencia, cultura, arte, arquitectura y mitología. Infierno para sus habitantes. Para centrar la idea, hablamos de 11 millones de personas. Capital en Atenas. Superficie de 132.000 Km2. y más de 9000 islas extendidas por todo el Mar Mediterráneo, con aproximadamente 16.000 Km de costa abierta y accidentada. Esta Grecia, origen y cuna de la civilización occidental, vinculada necesariamente a su pasado, sobrevive en una cruda realidad heredada de la pésima gestión de sus Gobiernos. Sufre una actualidad comparable en su historia, con el yugo otomano o la ocupación de la Alemania nazi en la II Guerra Mundial. La crisis de deuda soberana, se traduce en Grecia en verdadera crisis de confianza, sinónimos ambas de amenazante falta de futuro. Una vez más, el devenir acusa, juzga y castiga a sus ciudadanos como las víctimas más fáciles. Metido el País en un Plan de Rescate, pensado más para satisfacer a los acreedores que para servir de rescate a sus ciudadanos. Las perspectivas son sombrías. Existen ya muchos heridos. Recortes de salarios, escaso trabajo, demasía de gente pobre, exclusión social, deterioro generacional, peligrosidad en las calles, incremento de un 40% de suicidios derivados de la conjuración de todo lo anterior. Esa es la realidad .,., agonía. Miembro de la Unión Europea desde 1981. Qué duro despertar de la falsedad vivida por sus ciudadanos durante los años 1981-2009. A lo largo de esos treinta años se creyeron ricos, vivían bien y nadie se preguntaba porqué. Recibieron en Fondos de Cohesión de la Unión Europea desde 1996 la irritante cifra de 98.000 millones de euros, importe desproporcionado para la Grecia de esos momentos. ¡Eureka! Sencillamente se repartió entre sus ciudadanos, por sus Gobiernos de turno, sin ninguna contrapartida a cambio. Se gastaba a cambio de votos y no se invertía. Nadie pensó en mejoras productivas, nadie pensó en sembrar para recoger en un futuro. Faltó información veraz de su clase política y rigor para aplicar debidamente esos dineros por sus gobiernos. Todo se resume en un mal sistema político, cómodo, ineficaz, egoísta, despilfarrador … dulcemente cruel. Treinta años recibiendo dinero para que al final, se desperdicien inevitablemente ya, las dos próximas generaciones de jóvenes griegos. No podemos culpar totalmente a sus ciudadanos de a pie, por su evasión fiscal, sobornos, dádivas, pillería, huelgas generales, etc. Son sólo las víctimas de un engaño por la acreditada desidia e incapacidad de sus gobernantes.