Diario de León
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En el baño de multitudes que, con cargo al presupuesto nacional, la clase política se dio el 19 de marzo al grito de viva la Pepa, destacan algunas frases, entre ellas la del presidente del gobierno: “Los gaditanos nos enseñaron que en tiempo de crisis no solo hay que hacer reformas sino que también hay que tener valentía para hacerlas”. No se a que reformas se refiere don Mariano, si a las celebradas el 19 de marzo del 1812 en la isla de León o a las lloradas el 22 de marzo del 1814 en Valencia tras el Manifiesto de los Persas por el general Elío, pero tal y como se están desarrollando los acontecimientos, no solo en el ámbito laboral, descabellando al escuálido Estatuto de los Trabajadores mutilado constantemente desde 1980, también en el policial, se anuncian reformas en el Código Penal de 1995 -más madera- . Creo que lo que está celebrando con dos años de adelanto el Partido Popular son las reformas del 1814, que como es sabido, borraron de la historia hasta la promulgación de la Pepa, decretándose que todo lo ocurrido hasta ese momento “se quitara del medio del tiempo”. Nada bueno nos cuenta la Historia de las reformas, contrarreformas de 1814. De hecho, la Constitución solo estuvo vigente en una pequeña parte del territorio peninsular, fue derogada sin que el resto pudiera experimentar su eficacia. Entre otras lindezas, las contrarreformas del 14 volvieron a restaurar el absolutismo, la Inquisición, todo esto se llevó a cabo fulminantemente, como la actual reforma laboral. Aunque por diferentes motivos, la situación económica de España es muy similar a la de la época de la derogación de 1814, “actividad económica paralizada, mercado interior desarticulado, las arcas vacías y la deuda por las nubes”, como en aquellas fechas la recetas que arruinaron a España se vuelven a prescribir por los mismos, es decir, las grandes fortunas siguen sin contribuir en la medida que les corresponde a las arcas públicas. Sin lugar a dudas, lo que conocemos sobre la efímera Constitución de 1812, no justifica los ceremoniosos discursos que se vertieron durante los fastos de la celebración del bicentenario. Los españoles no pudimos disfrutar de parte de sus bondades hasta la vigente Constitución de 1978. Desde aquella y hasta la actualidad, la clase trabajadora ha tenido que ir arrancando sus flacos derechos al poder económico, hora tras hora, día tras día… Muchos quedaron por el camino, fusilados, otros muchos sufrieron prisión, su delito, reivindicar una vida digna para ellos y sus hijos. En el año 1980, por mandato constitucional, (artículo 35), se aprueba el Estatuto de los Trabajadores en él, se equilibran tímidamente, las fuerzas entre el poder económico y la clase trabajadora, en el 1985, la Ley de Libertad Sindical cumple otro mandato constitucional (artículo 29.1). Varias, desde entonces, son las contrarreformas, las dentelladas a estos textos, todas, en aras a la creación de puestos de trabajo, han hurtado derechos a la clase trabajadora sin aportar ni un solo empleo, pero la última reforma laboral nos ha dado la puntilla y si no somos capaces de remediarlo, convertirá el trabajo en esclavitud y el derecho laboral en arbitrariedad del poder económico. Desde el Estatuto de Bayona en 1808 hasta la de 1978 los españoles, el pueblo, hemos sufrido: la del 1812, el Estatuto Real de 1834, la del 1837, 1845, 1856, 1869, la Primera República, de 1876, y la Segunda República de 1931. Entre otros acontecimientos, hemos llorado la Década Ominosa (1823-1833) y la dictadura franquista (1939-1975). No creo que con, más de cinco millones de parados caminando desgraciadamente hacia los seis, la clase política española se pueda permitir organizar con tanta pompa, ”Señores yo me consumo/ ¿Hay tan grande maravilla?/ ¡Que haya gastado la villa tres mil ducados en humo! ”, la celebración de un acontecimiento histórico que tardó más de un siglo y medio en llegar al pueblo y menos cuando el mismo pueblo está sufriendo una contrarreforma que acaba con su condición de ciudadanos para convertirlos en esclavos. Me voy a permitir recomendar a los más jóvenes un atento repaso a los acontecimientos de nuestra Historia Contemporánea y a que busquen paralelismos entre los acontecimientos actuales y otros de épocas anteriores, seguramente entenderán a la perfección el título de este artículo y la llamada del día 29 a la participación activa que les hacemos los menos jóvenes. Pepa no me des tormento.

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