Diario de León

CUANDO TU ESFUERZO Y TUS LÁGRIMAS POR LA DERROTA SON RECOMPENSADAS

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Los aficionados que el pasado domingo 13 mayo asistimos al encuentro de fútbol disputado en el Rafa Tejerina, entre el Huracán Z y el Real Ávila, vimos algo más que un partido de fútbol. No solo vimos otra derrota de nuestro equipo por la mínima, 2 a 3 a favor del Real Ávila, segundo en la clasificación del grupo 8º de la tercera división, y con plaza para disputar la copa del Rey que prácticamente suponía el descenso de categoría, sino que asistimos también a otra prueba más del esfuerzo de jóvenes jugadores mezclados con otros nuevos, no tan jóvenes, llegados algunos desde lejanos lugares para competir contra equipos hechos y derechos, con jugadores de mayor categoría técnica, experiencia y sobre todo más compenetrados al llevar mucho más tiempo jugando juntos en esta categoría. No debemos olvidar que cuando en el pasado mes de diciembre se produjo la salida de más de la mitad de los jugadores de la plantilla, que además formaban la base del equipo titular, del entrenador e incluso la dimisión del presidente, el equipo quedo completamente desmembrado y roto. Los jóvenes jugadores de la plantilla que no abandonaron el equipo, cuyo papel hasta entonces se limitaba prácticamente a aprender de los jugadores de la plantilla más experimentados, se hicieron cargo de la difícil y extraña situación junto con otros chavales del equipo juvenil y jugadores del filial de la segunda división provincial, es decir, tres categorías por debajo de la tercera división, y todos ellos bajo la dirección de un nuevo entrenador que llegó y aceptó el desigual reto de competir, con los jugadores que en ese momento se disponía, con el resto de equipos del grupo 8º de la tercera división. La competición se transformo entonces en una travesía por el desierto sin agua ni provisiones por las continuas derrotas, algunas de las cuales incluso injustas y por la mínima, y otras sangrantes como las que se produjeron en el Reino de León contra la Cultural y contra la Virgen del Camino en el Rafa Tejerina las cuales no lo fueron por los resultados que eran previsibles. Lo que resulto realmente duro fueron los comentarios que posteriormente aparecieron en las crónicas de estos partidos ,en las que en algunas se llego incluso a afirmar, y no solo a poner en duda, que el equipo no tenía el nivel suficiente para poder competir en esta categoría. A pesar del peso adicional que supusieron las citadas crónicas, que además alimentaban la posibilidad de que el equipo se retirara de la competición y desapareciera, ya que tan jóvenes jugadores no iban a poder soportar la frustración de sufrir derrota tras derrota, no hicieron mella en la moral de los chavales y su ilusión fue mayor que todas las adversidades ya que ni uno solo más abandono el equipo hasta el final. Juventud no fue sinónimo de pasotismo sino de perseverancia, por mucho que nos empeñemos los mayores en afirmar que los jóvenes ya no tienen valores. Nos han dado una lección de compromiso. Más tarde llegaron nuevos jugadores que casi incomprensiblemente se comprometieron con los que estaban y se hicieron todos ellos más fuertes para sacar adelante tan delicada situación. Pero siguieron perdiendo hasta que solo a base de lucha y esfuerzo llegaron las victorias y resultados favorables para poder terminar la competición de la manera más digna posible, lo cual ha supuesto que en la mayoría de los casos han tenido que competir contra equipos superiores que solo les han ganado con sus mejores jugadores y dando ellos lo mejor de si mismos. Tal situación, y lo sé de buena tinta, también ha supuesto que entre algunos de los jugadores del equipo se han labrado lazos de amistad que solo la adversidad puede forjar y que permanecerá y recordaran toda su vida. Nunca he estado de acuerdo con la frase mal atribuida al Barón de Coubertin “lo importante no es vencer sino participar” de Ethelbert Talbot, incluso tampoco compartía el lema de los primeros Juegos Olímpicos Internacionales de Atenas “lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien”, para mí como para otros muchos lo importante en cualquier competición era ganar, hasta que he presenciado lo ocurrido al final del partido del pasado domingo 13 mayo, con los jugadores desperdigados por el campo, tirados en el suelo, arrodillados o con la mirada perdida, exhaustos, tristes y abatidos por no haber conseguido su irracional objetivo de pretender ganar al segundo clasificado a pesar de poner en ello todo su empeño y esfuerzo baldío. Pero la inmediata reacción de todos sus seguidores y aficionados que en numeroso grupo habían presenciado el encuentro, animándoles con gritos que al unísono resonaban en todo el campo sin abandonarlo hasta que todos los jugadores y técnicos desfilaron hacia el vestuario por el pasillo “triunfal” que los propios seguidores habían formado, me ha hecho cambiar de opinión. A partir de ese momento para mí lo más importante en cualquier competición será que los amigos, aficionados y seguidores, es decir, todas aquellas personas a las que se puede hacer un poco más felices por poder hacer que se marchen a sus casas satisfechos, lo hagan manifestando y reconociendo el esfuerzo, la lucha y el compromiso de los jugadores que han defendido con todas sus fuerzas la camiseta de su equipo hasta el límite, independientemente de haber ganado o perdido, lo cual se traduce en hacerlos sentirse orgullosos de su equipo y de los jugadores que lo representan. Eso es, ni más ni menos, lo que el pasado domingo 13 mayo consiguieron los jugadores del HURACÁN Z. En este mismo periódico leí: “FUE BONITO MIENTRAS DURÓ” a lo que yo me permito añadir: “Y MÁGICO EN EL RECUERDO”. Una aficionada de este “singular” equipo.

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