Diario de León
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Lo mismo que tras la primera guerra mundial, John Maynard Keynes escribió Las consecuencias económicas de la paz. En estos momentos es el propicio para comenzar a debatir y escribir los posibles efectos de una Cataluña independiente más allá de las bondades que se han venido defendiendo desde los partidarios del independentismo. Ya que aunque se haya argumentado que Cataluña podría ser un país tan prospero como la Eslovenia que se separo de Yugoslavia para ser un ejemplo de desarrollo, cosa que podría ser cierta siempre que se hiciera una gestión acertada. Cabría decir que hay que considerar otra serie de cuestiones en medio de la actual situación, tanto general como de dicha comunidad. La primera es que a pesar de que el déficit fiscal se ha puesto como la prueba palpable de un posible Estado catalán viable, merced a los 16.400 millones que según la balanza comercial de 2009 que se hizo pública por parte del Gobierno de Zapatero, cabría decir de la misma que tal como defiende el economista John Muller este tipo de estudios son muy difíciles de cuantificar al existir partidas cruzadas o que presentan bastantes claroscuros como se ha demostrado en la RFA, unido al hecho de que los navarros, los extremeños o los ciudadanos de otras CCAA paguemos el recibo de la luz, el gas o la gasolina en Madrid y Barcelona, junto a las empresas que también siguen en cierta parte esta tónica. Por lo que probablemente los ingresos de la Generalitat aumentarían pero menos de esa cantidad. A partir de aquí habría que sumar el espinoso tema de la deuda que de un tiempo a esta parte se ha convertido en la estrella de los informativos y debates de actualidad. En el que el nuevo Estado, tendría que tener para si los 44.000 millones que los diferentes Gobiernos catalanes han ido contrayendo, sumada además a un acuerdo con el Ejecutivo Central para repartirse la parte alícuota que este ha practicado hasta el momento por el ejercicio de sus funciones en Cataluña, que a tenor del PIB de esta comunidad en el conjunto de España rondaría el 19%, lo que dicho en román paladino equivaldría a asumir 190.000 millones extra con una prima de riesgo que actualmente se sitúa 600 puntos por encima de la del Tesoro español. Merced a que de no llegar al acuerdo para repartírsela, expulsaría tanto a España como a Cataluña de los mercados de deuda durante años. Otro factor a considerar es el de la Seguridad Social que supondría un nuevo arribe de 18.370 millones de euros a las arcas catalanas, si bien este no serviría para pagar las pensiones actuales y las que se empezaran a dar en los próximos años dado que el saldo es negativo, como se demuestra de que el coste de mantenerlas el pasado año fue de 1.200 millones superior a esa cifra. Algo en lo que además se quitaría para sí, la mini ventaja de que aún a nivel de toda España, Madrid, Baleares y Canarias sigan manteniendo superávit. Si bien todo dependería de la evolución del empleo a futuro que no parece que vaya a ser buena. Luego estaría el tema de las empresas y su nivel de exportación al resto de España, puesto que a pesar de que las empresas catalanas hayan tirado de forma bastante notable a la hora de vender sus productos al extranjero estos últimos años, de ahí el optimismo de Artur Mas dado el papel importantísimo que esto podría jugar en una futura independencia. Esto no impide que el 57% de las exportaciones se dirijan a día de hoy al resto de las CCAA, con el previsible inconveniente del desafecto que esto crearía en los futuros compradores españoles. Unido a unas futuras aduanas con dicho mercado, pues aunque algunos digan que esto es poco probable como el profesor Jorge Vestrynge, al argumentar que nadie en Bruselas expulsaría del mercado común a una economía que tiene la misma dimensión que Grecia. La verdad es que dicho tamaño es insignificante a nivel comunitario, de la misma forma que la UE es una unión de los diferentes estados miembro, en la cual las grandes capitales como Londres, París o Roma no verían con buenos ojos esta posibilidad, obsérvese que Escocia ya ha recibido desde el 10 de Downing Street que si votara de forma afirmativa en el referéndum secesionista, vetaría su futura admisión en el club europeo. Para acabar estaría el futuro de grandes empresas como La Caixa que tienen una fuerte implantación en toda España, junto con otras como la SEAT que es verdad que su potencial mercado mayoritariamente somos 47 millones de españoles, pero cambiarla para ponerla en un hipotético Madrid para 40 millones de compradores no parece muy buen negocio, lo mismo que mantenerla en Barcelona para un mercado pequeño y aislado. Por lo que es probable que se trasladara su sede a Italia o Francia, cuando no su cierre pensando en sus ya malos resultados económicos con la pérdida de 14.000 empleos directos y 42.000 indirectos.

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