Tres héroes leoneses

Ser leonés es un tema de voluntad. No todos los que aspiramos a serlo lo conseguimos. La capacidad volitiva depende del carácter de cada uno de nosotros. Los hay que han decidido convertirse en derrotados, mientras que otros perseveran y se transforman en pioneros. Pablo Álvarez y Sara García demostraron que lo que piensen los demás no importa y serán dos de los cosmonautas elegidos por la Agencia Espacial Europea para llegar a la Luna y a Marte. Para lograr la gesta han contado con muchos factores: lucidez, perseverancia, capacidad de trabajo, genialidad, creatividad para diseñar cómo lo que un día desearon podría convertirse en realidad y, sobre todo, voluntad. Esa intención del espíritu que sólo tienen los optimistas es el gran ejemplo que los jóvenes leoneses acaban de dar a la provincia entera. Y es que uno no mira el mundo de manera positiva porque en su ADN lo lleve impreso sino porque quiere serlo, porque no cede a la cobardía de pensar que todo está cumplido.

Lo mismo ocurre con la Universidad de León. La institución dirigida con valentía y acierto por Juan Francisco García Marín acaba de meter un gol a todos los que creen que la excelencia depende del lugar geográfico que ocupes. Con la humildad de los grandes, el insólito campus leonés ha demostrado que cuenta con profesores y medios capaces de lograr gestas que nadie habría creído hace apenas una semana. No es necesario entrar en los ránking —la mayoría de ellos regados de intereses públicos y privados— para hacer historia. De hecho, las grandes proezas humanas siempre han comenzado en lugares recónditos, alejados del brillo y los focos que proporciona la vorágine económica. ¿Qué? ¿Que no podemos tener la Agencia Espacial Española?

Que nadie nos diga que no podemos, que no tenemos derecho o que soñar es un esfuerzo inútil. Pablo y Sara han demostrado que se puede llegar a las estrellas desde Candanedo de Boñar y Murias de Paredes, que la única manera de ser universal es ser muy de León, o de Ponferrada, Villablino, o Sahagún.