Diario de León

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Nunca me ha convencido eso de «detrás de cada gran hombre hay una gran mujer». No me gusta ese condescendiente «detrás». Mucho mejor, junto a. Acabo de terminar la lectura de Soy Catalina de Salazar, mujer de Miguel de Cervantes (Huso, Palabras Hilanderas), de José Manuel Lucía. Una esposa casi invisible para nosotros, pero nunca lo fue para él. Y esta obra nos ayuda a intuirla. Cierto cervantismo también la intuyó, pero mal. Se la reprochó no haber sabido darse cuenta de la valía de su marido, de distraerle de la literatura y de convertir el matrimonio casi en una prolongación de sus años cautivo en Argel. Infundios machistas. En cambio, Lucía la hace proclamar —desde la primera persona— que ella y Miguel se amaron y fueron felices. Le sobrevivió una década, él era mucho mayor. Es cierto que vivieron largas temporadas separados, incluso durante años, pero fue debido a las misiones de Miguel como comisario de abastos o recaudador de impuestos atrasados, por el sur de España, entre otras tareas. Pero se amaron. Y si se me permite una autocita de mi Entrevista a Cervantes: «más que muchos que duermen cada día trasero con trasero». La nueva obra de este prestigioso filólogo y catedrático nos llega recorrida de un optimismo vital, muy suyo. Catalina nos cuenta que se amaron con humor, en las adversidades y en las alegrías, mientras añora —antes de morir— la mucha felicidad compartida en las presencias y en las distancias. ¿Acaso el amor no es arte de reencuentros? Soy Catalina de Salazar es la obra de un cervantista y de un poeta. «¡Cuánto nos hemos reído juntos y cuánto echo de menos tus risas en esta casa!», nos confiesa. Son 64 páginas que se leen en un santiamén, pero se nos quedan en el corazón. Es brisa fresca, logro muy difícil.

A veces, nos preguntamos qué se necesita para motivar a la lectura. La respuesta es clara: libros así. Crean lealtad al autor, a la lectura y a la vida. Este que les recomiendo es brisa fresca. Y sí, donde la prueba documental del amor no llega… irrumpe la verdad poética. Miguel y Catalina se amaron. Sin duda. Tras leer Soy Catalina los lectores podemos poner por ellos la mano en todos los fuegos. Se amaron y lo seguirán haciendo mientras haya libros.

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