Diario de León

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Suiza ha dicho que no a la caza del lobo. Pero no lo han hecho sus dirigentes, sino sus ciudadanos, que han votado en un referéndum anular la nueva ley de caza que había sido aprobada por el Parlamento Federal, a través de una consulta popular.

El 52 por ciento de los encuestados en el país suizo rechazaron permitir la caza de este animal, al que Gobierno había puesto en el punto de mira por el aumento de los ataques al ganado. Al igual que ocurre en España, la especie ha experimentado un notable aumento de población en los últimos años después de que en la década de los noventa estuviera a punto de desaparecer.

La nueva ley pretendía poder abatir aquellos ejemplares que fueran avistados cerca del ganado o de alguna población urbana, cuando hasta el momento tenían que haber estado detrás de la muerte de al menos 25 cabezas de ganado en el mismo mes.

Los impulsores de este referéndum llegaron a la conclusión de que abatir ejemplares desestructuraba las manadas y las hacía más peligrosa, ya que forzaba a sus miembros a atacar de manera individual a presas fáciles, como el ganado, para buscarse el sustento.

En España, donde al Norte del río Duero la especie no tiene ningún tipo de protección y se considera especie cinegética, los ejemplares a abatir forman parte de un cupo que por comarcas establece el número de ejemplares que se pueden cazar en ese territorio, sin tener en cuenta si son ejemplares conflictivos, si son jóvenes, mayores, hembras reproductoras, etc, algo que es totalmente contrario a cualquier intento de poner freno a los ataques del ganado, ya que pagan presuntamente justos, por presuntamente culpables, si es que se les puede llamar así.

Tampoco es que yo proponga que en España se haga una encuesta igual. En suiza la mayor parte de los noes proceden de las grandes zonas urbanas del país (Ginebra, Zurich, Berna o Basilea), donde tampoco creo yo que sufran muchos los ataques o la amenaza del lobo cerca de ellos, mientras que en las zonas rurales el sí fue mayoritario, ya que son ellos, los ganaderos y agricultores, los que se tienen que enfrentar a la expansión de este animal. Solo hace falta que se escuche a todas las partes, se aplique un poco más de sentido común y mucho, mucho más rigor científico.

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