Diario de León

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La cuestión de fondo del vertiginoso encarecimiento de todos los recovecos en los que se enreda la vida diaria del paisanaje es quién paga la ronda. En esta espiral no vamos a pachas, como bien muestran los tira y afloja (sobre todo tira) de quienes gestionan la disponibilidad económica de los que apoquinan en el último eslabón de la cadena. Los que pagamos en la cola de la sucesión de despropósitos que sacuden a la economía. La cuestiones macro que, llevadas a lo micro, se traducen al fin en lo de siempre: las cuentas de la vieja de los hogares. Que están bien estrujadas, y lo que nos queda, entre las presiones del debe y las racanerías del haber. 

El Banco de España puso ayer negro sobre blanco lo que ya venían cantando los monederos del respetable, aunque con matices. El consumidor es sufridor de políticas ajenas, pero también decide a quién entrega sus dineros. Si se ejerciera el asunto con sentido crítico, más tiento tendrían unos cuantos en repercutir las subidas que aplican con el argumento de que todo se pone por las nubes. Al fin y al cabo, uno paga lo que puede, pero donde quiere. Y esa es un arma que no suele tenerse en cuenta, pero de ponerse en común es de muy certera diana. Ojo.

¿Todo no sube? Los salarios no. Los beneficios de los nano micro mini empresarios y autónomos no. Los de los empleados no. Cero patatero que te toca del pacto de rentas en los ingresos mientras los gastos se disparan con fingida alegría. También en la felicidad nos engañan. Gastad, gastad, malditos, que ahí está el otoño para sembrar de hojas muertas la resaca del dispendio.

Al grano. Las cuentas del Banco de España le salen a que la mitad de las empresas han mejorado sus márgenes,  a pesar del encarecimiento de las materias primas. Es decir, han logrado repercutir a los consumidores la subida de precios (obvio, por lo que nos toca de paganos), e incluso están enriqueciéndose en la locura de la espiral alcista y aprovechan la sinrazón para arañar más beneficio. A la otra mitad las cuentas le salen peor, y le cuesta más trasladar el encarecimiento. Son, mira por dónde, las pymes; mientras las grandes mantienen e incluso incrementan sus ganancias en este huracán de camino a una recesión absurda, ahora que la financiación europea fluye a raudales.

Es tiempo de incongruencias. Inversión y fondos como nunca, aprietos como no recordábamos. Ojo, río revuelto. ¿A quién vamos a entregar las ganancias?

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