Diario de León
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L a diferencia entre amores perros y amores gatos se encuentra en la lealtad. Los primeros son irracionales y desinteresados; alturistas, como dice con tino disléxico Manuel Lamelas, para quien el altruismo es un trueque en el que ofrece una caldera de biomas a y el común paga de por vida el combustible que él sirve. Los segundos remiten a la naturaleza del animal que los identifica: sibilinos, recelosos y sobre todo cómodos.

Nada se opone a los amores perros, que son ilimitados como el guión de Casablanca y nunca abandonan la pista de aterrizaje, aunque el avión ya ha tomado ruta; todo es voluble en los amores gatos, en los que el felino permanece con su pareja sólo durante el tiempo en el que le hace la vida más fácil, sin empacho de buscar otra cama en la que calentar los pies si lo cree necesario por su bienestar. Por extensión, todos los amores políticos son amores gatos. No es una excepción el que protagonizan Javier Chamorro y Francisco Fernández.

Esta semana han puesto puntos suspensivos a la fecha de caducidad de su idilio: «Después de las elecciones, borrón y cuenta nueva», ha advertido el líder leonesista, ante el asentimiento del regidor del PSOE. No es un reto ni un amago, pero retira la goma de la careta de las poses que, a las puertas de los comicios electorales, pudieran confundir a los ciudadanos sobre sus desavenencias. Críticas o encontronazos fortuitos o voluntarios en los que sacudirse la carbonilla que se han dejado en las solapas de la chaqueta durante estos más de tres años. No hay resquicio desde el que disimular que, en réditos y rémoras, los dos son responsables, unas veces por acción y otras por omisión, del escenario en el que se hallan; la factura por la que serán examinados ante las urnas. El aviso no pasa de cómico por ahora, mientras en el PP no se cumpla el dictado de Herrera, que el viernes en Segovia invitó a los candidatos a «dar un paso al frente». Cuentan que Silván se movió menos que el escaño de Morano; mientras Carrasco metía la mano por detrás de la chaqueta para que Emilio Gutiérrez abriera la boca, olvidada ya su pasión por Gavilanes, pero confiada de que la gata para cazar debe murar antes inmóvil durante horas a la boca de la madriguera.

Amores y más amores. Canciones de Pimpinela. La pareja que hizo un género musical de las discusiones fingidas. Encima, eran hermanos.

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